viernes, 28 de diciembre de 2012

FELICIDADES


Felicidades

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 28.12.2012 - 08:53

POR las oportunas fechas que vienen siendo, me va a resultar algo difícil eludir en esta columnilla una expresión adecuada de buenos deseos, felicidad, prosperidad y todas esas cosas que se suelen desear cuando a punto está de terminar un año y empezar otro. Aunque en esta ocasión y espero que no tenga que repetirlo en futuras ediciones, no sean mis buenos deseos para todos por igual. Y es que como el año que se acaba más bien ha tirado a nefasto y parece, según vaticinan los augures, que tampoco el que viene será muy fasto, me huelo que no va a haber prosperidad, felicidad y cosas buenas para repartir sin mirar a quién y con indiscriminada generosidad

Así que lo siento, pero no me quedan buenos deseos para todos. Y no es que los tenga malos para algunos, que podría ser, tal como se han portado, es simplemente que los buenos los guardo para los que los necesitan y que a los otros, pues que bastante tienen con que no les traiga el año nuevo lo que se merecen o lo que prefiero no desear.

Me ha de perdonar por ello, y si tiene a bien, el Consejo de Ministros que tan a gusto está haciendo el trabajo que le han encomendado y también, cómo no, los que se lo han encomendado, se sienten en el Consejo de Administración de algún banco español o, simplemente jueguen al golf con nuestra deuda. Discúlpeme igualmente la Conferencia Episcopal y la patronal católica de la enseñanza privada y hasta la patronal de la sanidad privada. Perdonen los que mienten y manipulan desde los medios de comunicación y animan un día y otro a la destrucción de nuestro país. Perdonen los miembros del gobierno de Madrid y el de Valencia, perdone también el señor alcalde de Granada y su equipo de gobierno tan empeñado en amargarnos la vida a los granadinos, perdone el BCE y el señor Durao Barroso y la señora Meckel. Perdonen todos, pero para ustedes no tengo buenos deseos este año, como tampoco los tengo para muchos otros que, por otra parte, no los necesitan porque ya tiene su prosperidad asegurada a costa de la miseria de los que sí los necesitan.

Para ellos sí, para los que están fuera de España y para los que hacen ya planes para irse porque les han robado su futuro en esta tierra, para los que no trabajan y para los que trabajan, para los que buscan trabajo y para los que les dan trabajo, para los que lloran porque conocen la tristeza y para los que ríen porque conocen la alegría, para los que tienen paga y para los que no la tienen, para los que miran con desconfianza la caja registradora de su negocio cuando acaba el día y siguen regalando confianza a los que tiene cerca sin perder la sonrisa, para los que ayudan y para los que son ayudados, para los que no han perdido la esperanza. Para vuestros hijos, para vuestros padres, para vosotros, sea mi deseo de felicidad en el año que viene.

viernes, 21 de diciembre de 2012

CARIDAD


Caridad
A pesar de la desconfianza histórica o incluso del desprecio que muchos sienten por el Islam, la verdad es que es una religión de incuestionable coherencia conceptual. No me malinterpreten; siento por el Islam la misma distancia intelectual que por cualquier otra religión y no es mi intención hacer apología de ella, pero las cosas son como son y el Islam tiene una homogeneidad teórica que otras religiones, sin ir más lejos la católica,  no tienen. El confuso politeísmo del catolicismo, por ejemplo, con la curiosa figura del Espíritu Santo que tanto se parece al dios Ka egipcio o la evidente coincidencia entre la virgen María y la diosa Isis o la no menor de la muerte y resurrección de Jesús con el mito de Osiris y el que incluso se le haga nacer coincidiendo con el solsticio de invierno, tienen más que ver con añadidos orientales posteriores que con el cristianismo original que, al parecer, era una religión igualmente simple que se apoyaba, sobre todo, en la práctica de la caridad fraternal.
En el Islam no existe esa confusión, aunque sí la caridad que es uno de sus cinco pilares fundamentales, con la profesión de fe, la oración, el ayuno y la peregrinación a La Meca, y no el yihad, como aparece en algún libro de texto de la ESO, como muestra de la ignorancia de sus autores y vergüenza de las autoridades educativas que lo dan por bueno.
La caridad es un elemento clave en la historia del Islam. No sólo porque supera con su universalidad las limitaciones tribales y clánicas de la sociedad árabe en la que nació, sino porque además consigue crear una férrea solidaridad frente a la arbitrariedad del poder. La caridad musulmana ha ido generando un poderoso tejido social y asistencial en aquellos países gobernados por sátrapas y dictadores donde el Estado es una pantomima al servicio de los poderosos. Si alguien quiere entender el éxito de movimientos como Hamás o Hizbulá, ahí debe dirigir la mirada, a sus actos frente a la injusticia y la miseria y, por eso, detrás de cada hospital que suple las corruptas ausencias del Estado, crece la hegemonía de la religión en esos países.
Por eso, cuando ahora, el gobierno del Partido Popular avanza imparable en la destrucción del Estado convirtiendo lo que antes eran derechos, en caridad cristiana y privatiza hospitales y destruye el sistema educativo y elimina la asistencia, ofreciendo a cambio la alternativa indigna de la limosna y con ello veo crecer la presencia de las organizaciones caritativas o las colas frente a los bancos de alimentos, pienso, con algo de comprensión y mucho de tristeza , en Hizbulá, en nuestro irremediable Hizbulá.

Juan Cañavate

sábado, 15 de diciembre de 2012

EL PREMIO NOBEL


El premio Nobel

La ceremonia de entrega del premio Nobel de la paz a Europa, en las figuras de José Manuel Durão Barroso, como presidente de la Comisión Europea, Herman Van Rompuy como presidente del Consejo y Martin Schulz como presidente del Parlamento, quiso adquirir la pompa y circunstancia de un acto de esos que buscan un hueco en los libros de historia, o de conocimiento del medio, como ustedes prefieran. Una jornada feliz e inolvidable para los ciudadanos europeos que se fue desluciendo cuando, mientras los ilustres premiados, y los no menos ilustres suecos, intentaban justificar la faena apelando al mérito de la construcción de una paz europea, que sí que es verdad que lleva ya algunos años de recorrido, Berlusconi, anunciaba que volvía a la política en su país, disparando todas las alarmas en Italia y, de paso, en esa Europa premiada que pasó en un segundo del oropel de la fiesta, al llanto y crujir de dientes. Y es que con el anuncio, muchos y muchas de los que no sabían si a ellos también estaban invitados a la fiesta del Nobel y les tocaba alegrarse, empezaron a preguntarse qué premio merecía una Europa que permitía que corruptos, o puteros de la peor calaña, llegasen a alcanzar las más altas dignidades del Estado, de cualquier Estado de la Unión Europea. 
Y si sólo hubiera sido eso, igual hubiese colado un algo la fanfarria, pero es que, más o menos, todo el mundo, se ha dado cuenta ya a estas alturas, de que la Unión Europea real, la que los ciudadanos viven día a día, no se parece a ese sueño de entendimiento, cooperación y paz que los ilustres suecos han premiado, sino más bien a una pesadilla   de banqueros que han utilizado los instrumentos generados en la construcción de Europa para esquilmar, estafar, empobrecer y humillar hasta la asfixia y la muerte a los países más vulnerables, aprovechado su escasa capacidad de acción y de reacción tras el ingreso a ese club. al que el lunes dieron el premio. Y es que cuando pidieron la entrada les hablaron de una distribución más justa de la riqueza, de corregir los desequilibrios territoriales, de eliminar las fronteras entre norte y sur y no parece que esa promesa tenga que ver con la Europa de Berlusconi ni con la del BCE ni con el sufrimiento de la deuda o el rescate o el déficit o lo que sea y la gente empieza a preguntarse con qué sangre se está pagando el precio de esa paz a la que le dieron el primer premio el lunes.  
Juan Cañavate




jueves, 6 de diciembre de 2012

ARQUEOLOGÍA


Arqueología

Reconozco que me sorprendieron hace unos días las palabras del señor Pérez, subdelegado del Gobierno en Granada, cuando en un acto oficial, afirmó que la Constitución Española no es arqueología. Y digo que me sorprendió porque no esperaba yo comparación tan rebuscada y tan acertada, aunque me temo que nuestra coincidencia no responda  a los mismos criterios. Porque yo siempre he pensado y algo sé de lo que hablo, que la arqueología, al contrario de lo que parece, no es un artilugio contemplativo del pasado, sino que en realidad de lo que se encarga es del futuro y, para eso, con encomiable compromiso y más o menos rigor, investiga, analiza e intenta aclarar asuntos  algo confusos, casi perdidos y olvidados, recuperados del silencio una y otra vez, no para deleitarnos en su otoñal belleza o sacar dinero de ellos, como algunos ignorantes piensan y otros mercaderes desean, sino para permitirnos mirar hacia el futuro desde nosotros mismos, desde una historia real que muchos se preocupan con perversa insistencia en ocultar porque un pueblo confundido y que no sabe de dónde viene, es difícil que pueda mirar hacia el futuro y saber a dónde va, y porque, aunque a algunos les moleste, la arqueología es un instrumento de interesante utilidad hoy día.
Por eso, aunque no tenga las mismas razones que el señor Pérez, estoy de acuerdo en que la Constitución Española no es arqueología y es que si un arqueólogo investigase la Constitución y fuese levantando uno a uno sus estratos e identificando los registros que la conforman, descubriría sin ninguna dificultad que la Constitución es un cachivache prácticamente inútil que sólo sirve para saber cómo se fraguó aquel momento histórico y qué correlación de fuerzas y de voluntades se conjugaron mientras se escribía. Y no es que no le tenga yo respeto a la norma o a los padres y madres de la patria, que hacia todos guardo grato afecto y hasta el reconocimiento de saber que hicieron casi lo que pudieron, es que la realidad no miente y todo el mundo sabe ya que esa Constitución nació con fecha de caducidad y con gazapos de bulto, como el mismo sistema que se construyó con ella.
La triste realidad de que la correlación de fuerzas y de voluntades hoy no permita renovar ese texto, no le da una utilidad que no tiene, por el contrario, sólo confirma el anacronismo de un sistema que no sirve para resolver los problemas de este pueblo y sí para otras cosas peregrinas; para que Wert traslade el sistema educativo a la Edad Media o para que la fiesta que celebra que un niña de hace dos mil años naciera sin pecado original, vaya usted a saber lo que eso significa, sea tan importante o más que la de la propia Constitución Española. Así nos va.

Juan Cañavate

viernes, 30 de noviembre de 2012

HÉROES


Héroes

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 30.11.2012 - 01:00

A un tiro de piedra de diciembre, me da por pensar, mientras releo a Joyce, en los grandes héroes de mi memoria. Será porque Ulises en estas fechas, más que a Homero o a Kavafis me recuerda los "peplums" de mi infancia, que por aquel entonces no se llamaban "peplums", sino "una de romanos" aunque diese igual que fueran romanos, cólquidos o tracios. Lo importante venía a ser la espada, el casco y el escudo y, sobre todo, la capa roja de espadachín heróico en que solía travestirse algún mantel escamoteado de la ropa sucia, aunque fuera de cuadros. Sin capa roja era muy difícil ser un héroe por aquellos días. Luego, cuando el tiempo fue pasando, descubrimos, digo yo que por lo de las hormonas y la sombra del bigote, que los piratas también tenían espadas y hasta capa y que un poco más presentables eran que aquellos señores griegos con faldita corta por los que empezamos a sentir un cierto desapego circunstancial. El problema es que los piratas, por muy aventureros que fueran, no le llegaban a la altura de la sandalia a mitos como Odiseo o Jasón o el mismísimo Heracles, que ese sí que era un héroe. Y ya saben ustedes que un héroe, stricto sensu y durante mucho tiempo, era un semidios; el hijo de un mortal y de una diosa o viceversa y fruto de misteriosa cópula divina, sin paloma de por medio, de la que no dudamos hasta que Robert Graves descubrió que, en realidad, el polvo de estrellas no era tal, sino el resultado del calentón de las sacerdotisas del dios de turno el día, o mejor la noche, de la fiesta del templo correspondiente. A más saturnales, más hijos de Saturno aparecían a los nueve meses del jolgorio. Pero claro, eso de chicos no lo sabíamos y sólo nos interesaba la posibilidad de pelearnos con Polifemo, recuperar vellocinos de oro o liarnos a espadazos con los troyanos del barrio vecino que es lo que habíamos visto en las películas. Aunque tengo que confesar que no me he puesto yo a pensar en héroes porque esté leyendo a Joyce ni mucho menos, sino porque, aunque no quiera, oigo por las mañanas en el desayuno, a las chicas de la mesa de al lado y más que en héroes, pienso en heroinas que sin perder la sonrisa, le dan veinte mil vueltas a la forma de acabar el mes o a planear el futuro cuando se les acabe el paro o en cómo comprarle unos pantalones nuevos a la mierda del niño que ya los ha vuelto a romper, la madre que lo parió....y es posible que ustedes no me crean, pero cuando se me nubla la mirada por el vaho del café estas mañanas tan cerca de diciembre, hasta adivino que llevan una capa roja.

viernes, 23 de noviembre de 2012

PUDIERA SER


Pudiera ser

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 23.11.2012 - 01:00

EL señor alcalde está preocupado porque la mayoría de la gente que visita la Alhambra se marcha sin visitar Granada y, como no puede hacer del Zaidín puerto de mar para que atraquen cruceros, se ha puesto a buscar culpables señalando con el dedito hacia la Torre de la Vela, como casi siempre. El problema es que, buscando, buscando, pudiera ser que esté mirando en la dirección equivocada y en lugar de hacerlo hacía el Palacio de Carlos V, con el gesto torcido cada vez que se acuerda del fracasado Arenas, podría mirar hacia lo suyo, por si pudiera ser su casa la que no está bien barrida y la basurilla aleja a los deseados visitantes. Porque la Alhambra, y sin entrar en detalles, lo que es funcionar, funciona bien y el Patronato ha conseguido lo que debiera conseguir el alcalde en su ciudad, que es que la visite mucha gente sin romperla. Circunstancia que parece, no se da en Granada por dos razones; primero porque la visitan pocos y segundo porque los pocos que la visitan, la dejan hecha unos zorros. Y pudiera ser, por eso, que la culpa del desapego no sea de la Alhambra, que funciona bien, sino de Granada que no funciona tan bien.

Pudiera ser que a los visitantes de la Alhambra no les llame la atención el parque temático dekebabworld que han montado los emprendedores comerciantes de la ciudad en el centro histórico o la pringue de shoarma y aceite frito que inunda cada piedra del tradicional empedrado granadino. Es posible que a los turistas les dé pavor pensar en cruzarse con alguna despedidad de soltero, ese elegante servicio que los ocurrentes empresarios de la hostelería, que tanto piden, funiculí, funiculá, el ascensor a la Alhambra, han puesto en funcionamiento en los últimos años para añadir un encanto más a esta ciudad con encanto, o pudiera ser tambien, que no quieran pasear por un centro histórico donde no hay sitio ya entre las terrazas de bares o que no quieran pasar la noche en una ciudad convertida en un desierto cultural. También entiendo su preocupación porque los turistas no pernocten en Granada, aunque igual pudiera ser que no lo hacen, porque entre despedidas, erasmus, fiestas, discotecas, zambras y saraos, simplemente lo que ocurre es que en Granada no hay quien pegue ojo. Aunque si lo que quiere es conectar la Alhambra con el resto, lo tiene fácil si, en lugar de darle abrazos demagogos al Albaicín, repusiera las líneas de autobuses que ha quitado. Una de ellas, incluso que conectaba la Alhambra con el Albaicín. Porque es verdad que los turistas pasean por la el Darro, pero también lo es que de ahí no pasan y que el barrio se muere gracias al señor alcalde.

viernes, 16 de noviembre de 2012

CUESTIÓN DE MEMORIA


Cuestión de memoria

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 16.11.2012 - 01:00

DEBIÓ ser por los ochenta cuando alguien, con la mejor intención, pensó que sería más fácil cambiar la memoria de la historia que cambiar la historia misma y es que aunque la historia esté escrita y registrada, la memoria viene a ser más maleable y, para conseguir el objetivo deseado, basta con repetir con insistencia una mentira y esperar a que los testigos vivos callen para siempre o mueran de viejos o de aburrimiento. Cambiar la memoria exige, sobre todo, obstinación y perseverancia en la mentira, algo a lo que los bien nacidos de esta tierra están más que acostumbrados y llevan practicando desde que el tiempo es tiempo. Así que, consecuentes en su empeño, decidieron, con la mejor intención, aclarar un malentendido y declarar que la democracia a España la trajo el rey Juan Carlos I. 

Y como algunos recordaron aquellos versos de Bertolt Brecht: "El joven Alejandro conquistó la India. ¿Él solo? Cesar venció a los galos. ¿No llevaba siquiera un cocinero? Felipe II lloró al saber su flota hundida. ¿No lloró más que él?..." 

Concluyeron en añadir, con la objetividad que les caracteriza, que le ayudaron en tan gran empresa otros buenos y honorables demócratas de toda la vida como Suárez, secretario general de Movimiento Nacional unos años antes, Fraga, ministro de Información de Franco o Martín Villa, ministro del Interior cuando la policía tiroteó a cinco trabajadores en una iglesia de Vitoria. Y para que colase el invento y nadie pudiera poner peros en la cruz, añadieron, como de pasada, dos nombres más como encontrados por el camino y que andaban de paso por aquella historia; Felipe González y Santiago Carrillo. 

Y mientras montaban aquella patraña, los auténticos protagonistas de la epopeya, callaron porque sabían que no tiene importancia quién se cuelgue las medallas mientras no corra peligro lo que conquistaron y porque sabían que a los héroes reales los oculta el silencio y la sombra de lo anónimo. Pero ahora, que vuelve a estar todo en precario, descubren que el silencio y la ficción quería también hacer invisibles y obsoletos los mismos instrumentos que usaron para traer la democracia a España con su lucha. Porque, si fueron el Rey o Suárez los príncipes de la Transición, ¿para qué sirvieron las huelgas y las manifestaciones?, ¿para qué las noches en lo calabozos?, ¿para qué las luchas en la universidad o en los institutos o en el campo o en las ciudades? 

Y descubren que en aquel silencio se escudan las preguntas que intenta justificar la soberbia de los actos del gobierno: ¿para qué huelgas y manifestaciones si en realidad no servirán para nada? Y, según parece y a pesar de la patraña, esos a los que nadie conoce, quieren volver a hablar. Yo de Rajoy y sus compinches, me tentaría la ropa.

sábado, 10 de noviembre de 2012

CURRO





Currito, aprovechando las lluvias de noviembre, se ha ido esta noche dejándonos la pena de su ausencia. 
Sin decir demasiadas cosas, sin molestar más de la cuenta, se ha puesto a soñar sobre su cama azul y se ha ido a dormir a otro lado que ya sólo él conoce.
Diana lo perseguía en la mañana buscando su rastro en los rincones y en la sombra de la higuera que aún no ha perdido las hojas y los últimos frutos. Mientras, Curro, Currito, Currillo, empezaba a dormir un sueño eterno de dulces de alabastro, de olores y de esquinas y empezaba a entrar y a salir por otras puertas y  a correr bajo otras mesas y a buscar distintos sueños con olor a golosinas, trotando y arañando, como siempre, la tierra que era suya. Currito se ha ido en esta noche de lluvia de noviembre y, aunque se lo dijimos muchas veces, tampoco está de más que le volvamos a decir que le queríamos, a ese bicho pequeñito y peludo.
   

viernes, 9 de noviembre de 2012

VIAJES TURÍSTICOS POR EL ALBAICÍN

Acabo de rescatar a dos señoras.
No arrastradas por las aguas desbordadas del Darro, sino por la panda de sinvergüenzas de esta ciudad dedicada al turismo más insostenible que existe.
Me preguntan las señoras dónde está la calle Elvira ya que buscan un lugar "morisco" para comer que le ha recomendado su guía y, como estaban en la esquina del "León", les sugiero que coman allí que es un lugar que frecuentan los granadinos y no un sitio para tomarle el pelo a los turistas con historias moriscas.
Gracias -me dice- porque ya nos han tomado el pelo y acabamos de llegar.
Como me interesa el asunto les pregunto, y me cuentan que, en la misma estación de autobuses, un "guía" les ha vendido una excursión en autobús por el barrio "morisco" del Albaicín y que al llegar a coger el autobús, han descubierto que en realidad era el 31, el autobús urbano que cuesta 1,20. Les pregunto cuánto les ha costado el viaje turístico por el barrio "morisco" y me dicen que 15 euros cada una.
Yo, que me he pasado media vida viajando por Marruecos, recuerdo que estas cosas pasaban hace años allí y cuando viví allí algunos años, recuerdo que hasta me reía de la picaresca para engañar a los turistas. Que esto pase en mi ciudad, en Granada, en Andalucía, en España, me parece vergonzoso, pero lógico y natural. El modelo de turismo por el que se ha optado en esta ciudad  es , depredador, vil, inadmisible.

jueves, 8 de noviembre de 2012

HASTA DONDE EL CUERPO AGUANTE


Hasta donde el cuerpo aguante

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 09.11.2012 - 01:00

LO mejor está por venir" vino a ser como una frase aciaga y premonitoria o como un sarcasmo revelador de algo que no terminamos de creer a pesar de que las pruebas eran concluyentes, y es que los que nos gobernaban o tocaban de oido o, al menos y por decirlo de una forma familiar, andaban más perdidos que aquel famoso barco que fue por el arroz y del que nunca más se supo. 

El desacertado eslogan de aquella campaña del 2004 desnudó una realidad más cruda y cruel de lo que pudiera imaginarse: el presidente de uno de los países más prósperos de Europa por aquellos lejanos días ni tenía información de lo que estaba pasando ni tenía estrategias para enfrentarse a lo que estaba por venir, lo que pensado con la serenidad que da el tiempo transcurrido, pone los pelos de punta. 

Y no es que ahora tenga interés en resucitar aquellos años ni en criticar al ex presidente, que ya lo hice en su momento, sino que me aterra pensar en esa indefensión que provoca la ignorancia y que permite que la historia pueda repetirse una y otra vez, que es a lo que dicen que están condenados aquellos pueblos que no conocen la suya. 

Los de ahora, por el contrario, sí que saben lo que hacen y dónde quieren llegar, aunque se les escapen algunos matices o detalles en los que manifiestan una enfermiza curiosidad, una malsana voluntad de conocer que decía Michel Foucault y que les obliga a seguir hurgando en las heridas abiertas de este país, sólo con la intención de comprobar cómo responde y hasta dónde aguanta este cuerpo agotado de dolor. Émulos de Mengele necesitan experimentar, en condiciones óptimas y sobre sujetos vivos, qué grado de sufrimiento puede aguantar el ser humano en particular o un país completo en general. El experimento del ser humano, al parecer, ya ha alcanzado sus objetivos con la muerte del librero de la Chana. Imagino la satisfacción de ese Gabinete del doctor Caligary de Robert Wiene, que inspira al gobierno de Rajoy, ante el contundente resultado de sus experimentos. Al fin ya saben donde está el límite del sufrimiento individual, hasta dónde hay que apretar; si le quitas a un hombre su trabajo, su casa, su dignidad y su futuro, se alcanza el colapso del individuo y se suicida. Los defensores del positivismo mengeliano están de enhorabuena y dan gracias a su dios por ello, aunque ahora necesiten saber, para confirmar sus hipótesis, hasta dónde aguanta el país entero, en qué momento reaccionará y si lo hará, como ese pobre hombre derrotado, con un suicidio colectivo o, al contrario, con una lata de gasolina, prendiéndole fuego al banco, como ha hecho otro señor, igual de desesperado, en Sotopalacios, un pueblecito de Burgos.

viernes, 2 de noviembre de 2012

LA MANO


LA COLUMNA

La mano

JUAN CAÑAVATE 


No era esta semana la más adecuada para decir frases como “hay que poner manos a la obra” o “si quieres te echo una mano”. Y es que el macabro descubrimiento por una arqueóloga de una mano en un solar de Granada, se ha convertido en una de esas noticias que salta a las cabeceras de los informativos de televisión antes aún de constatar la feliz coincidencia de la aparición de la mano con la celebración del día de difuntos o jalogüin, que es como le llaman ahora los horteras de turno. Y no es que sea una novedad para una arqueóloga encontrarse con un muerto entero o a pedazos, que viene a ser práctica habitual en ese incomprendido trabajo que supone la investigación y recuperación del pasado escondido bajo el suelo de Granada, es que los muertos de costumbre suelen estar, ¿cómo diría yo?,  un poco más hechos, y el siniestro miembro cercenado de esta historia estaba, por decirlo de alguna forma, demasiado crudo para tener algún interés para la arqueología. Por eso ha tomado cartas en el asunto la policía, que no una policía cualquiera, sino  una especial que se llama  policía  científica y que, tras marear la mano un poco más, con analítica incluida, como si hubiera ido al Centro de Salud de Gran Capitán, que creo yo que es el que le toca,  ha concluido igualmente en que tampoco la mano tiene demasiado interés desde el punto de vista criminal, y que probablemente sea el resultado de una broma de los simpáticos estudiantes de Medicina. Lo malo es que en la Facultad han tardado nada y menos en contestar diciendo que  ellos no han echado en falta ninguna mano y que los futuros médicos son muy serios para esas cosas, aunque se pueda pensar lo contrario viéndolos el día de su patrón san Lucas. Total, que ahí anda la mano más sola que la una,  más triste que un difunto y sin entender nada después de la efímera gloria vivida. Y es que es posible que tengan todos razón y la mano sea de otra naturaleza menos mundana y más mística y a quien haya que preguntar sea  a las parroquias del lugar por si les falta alguna reliquia, no sea que alguien haya afanado el relicario de una cripta  y enterrado luego el miembro venerado en el solar para ocultar las pruebas. Imagínense que la mano fuera en realidad mano de santo y como el brazo de santa Teresa, además milagrero. Yo ahora ya no sé quién tiene la mano, pero si fuera listo el encargado de la custodia, probaría a pasarla por algún grano o verruga por si funciona la cosa y se puede añadir otra atracción turística-religiosa a esta ciudad que cada día se parece más a la corte de los milagros.   

jueves, 25 de octubre de 2012

LO MÁS VISTO


Lo más visto

JUAN CAÑAVATE |
ME entretuve hace unos días, debilidades de una mente atormentada, en ojear la sección de noticias más leídas de un periódico sevillano muy cercano al actual gobierno y aunque, como podrán imaginar, ninguna era un modelo de eso que antes se llamaba periodismo de investigación, había una que destacaba por su vacuidad en la ya de por sí falta de rigor que empieza a caracterizar al periodismo en general y a esa cadena de periódicos en particular; la muerte de una señora al inyectarle por error, un tazón de café con leche por vía intravenosa.

Y no es que yo me escandalice o sienta perplejidad alguna al constatar el nivel que se maneja el personal en sus intereses informativos, que no; que ya he contado en otras ocasiones que uno anda escarmentado y acostumbrado y lo lleva todo con santa, aunque agnóstica, resignación. Pero una cosa es mi lógico escepticismo y otra, habrán de entenderlo, el sereno desánimo que, poco a poco, se va pegando en la punta de los dedos cada vez que los coloco sobre el teclado de mi PC con la ingenua intención de que alguien se interese por lo que escribo. Comprenderán también que si uno construye cada semana una columnilla con pretendida seriedad, aunque la aliñe a veces con un poco de guasa, no deja de resultarle desalentador que a ese público, lo que realmente le interese sean las consecuencias mortales del pico intravenoso de Palmerina Pires Ribeiro, que es como se llamaba la señora del luctuoso acontecimiento.

Y no sé si la culpa de esta debilidad de mente que atenaza a nuestros lectores es responsabilidad de ellos mismos que, de pronto, convencidos de que todo es vanidad y no tiene remedio, se han dejado arrastrar a la superficialidad más absoluta o es que la realidad se ha convertido en un guiso espeso  amargo y frío como el letal café con leche intravenoso de doña Palmerina. Aunque igual también tienen la culpa los propios medios de comunicación que, empeñados como Wert o Mas, en que se hable de otras cosas y no de la gente común que se quita la vida ante la desesperación del fracaso, como el pobre librero desahuciado del barrio de la Chana de Granada, se han comprometido seriamente en volvernos idiotas. Modelo y guía tienen en TVE, que ha dedicado exactamente tres segundos en sus informativos a hablar del suicidio del vecino de Granada. Aunque eso sí, ha conseguido dos records desde que gobierna el PP; el de la rapidez en perder audiencia, prestigio y objetividad y el de decir la mayor estupidez que se recuerda en la historia de la televisión. Que no se han enterado de que el alma, como todo el mundo sabe, se transmite por vía sexual.

miércoles, 24 de octubre de 2012

GRANADA COLONIAL


La discriminación es discriminación aquí y en Pekín, pero es más sangrante la que discrimina a los autóctonos frente a los foráneos.  En algunas playas de países subdesarrollados prohíben el acceso y bañarse  a los nativos en las playas reservadas a los turistas. 

Hay alambradas, cámaras, vigilantes, policías para evitar que los autóctonos molesten el negocio montado por los empresarios hoteleros.

Ahora en Granada en el Albaicín pasa igual. Los taxistas no pueden acceder para dar servicio a los vecinos, pero si demuestran que es un taxi de turistas para los hoteles, sí que pueden acceder.Hemos vuelto a la época colonial. Es fantástico el retroceso en el tiempo que nos ha conseguido el alcalde de Granada y su equipo de gobierno del Partido Popular.     

domingo, 21 de octubre de 2012

BASURA

Desde hace semanas el ayuntamiento ha decidido, en su campaña de acoso a los vecinos del Albaicín, que  ni barre las calles ni recoge la basura que esté fuera de los contenedores, ni baldea las calles.
Mientras, bonitas máquinas riegan con desinfectantes la carrera del Darro o Plaza Nueva, los lugares que mas suelen atiborrar los turistas.
Un empleado de la empresa de limpieza me ha confesado que aquí la cosa está mal, pero que en los barrios el asunto empieza a ser un problema casi sanitario.
Para colmo, el ayuntamiento le sube los impuestos a los vecinos y le baja los impuestos a los bares por colocar terrazas en las calles.
Me pregunto: ¿si todo el gasto se dedica a los turistas, por qué no pagan ellos más impuestos o los empresarios de la hostelería o las terrazas de bares y restaurantes?
Me pregunto: ¿por qué pagamos impuestos si no hay ya ni limpieza en la ciudad?
Me pregunto: ¿para qué queremos a este ayuntamiento?
Y también me pregunto: ¿para qué queremos a la oposición municipal que no abre la boca con respecto a   estos temas? 

jueves, 18 de octubre de 2012

EL ESCÁNDALO DEL CHINO


LA COLUMNA

El escándalo del chino

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 19.10.2012 - 01:00

EL chino como era chino y no sabía de letras..." cantaba la bulería de Chano y adivinaba el de Cádiz, en la distancia y en el tiempo, que iba a aprenderse la letra un chino que se llama Gachó Pin o algo así y que como no sabía de leyes, le iba a preguntar a los colegas españoles que cómo era eso de hacerse rico aquí en España. Y los asesores españoles le explicaron muy despacito, medio en español y medio en mandarín, que aquí, para hacerte rico, lo mejor es no pagar a hacienda, vamos, más o menos como cualquier banquero de postín con cuentas en Las Caimán o cualquier inversor de apellido ilustre y hasta los ojos de SICAVs. Y no es cosa, por eso, que cause escándalo entre la ciudadanía, que el chino rico, enjuto y ajamonado, se dedique a defraudar a hacienda, como tampoco lo es que haya un concejal socialista metido en la trama. ¿A quién le puede escandalizar que haya un concejal corrupto? O que el chino se dedique al arte contemporáneo, uno de los mercados más selectos y oscuros que hay en nuestro país con políticos, clientes y mercaderes finos, finísimos y turbios, turbísimos, que cualquiera les dice nada a los ilustres curators que se pasan el día paseando reyes y reinas por salas llenas de monitores de vídeo con ruido y con el código de buenas prácticas que se inventó aquella ministra, colgado del pescuezo y gastándose una pasta, a ser posible pública, dándose viajecitos a Tokio o Nueva York que, para estar al día, hay que viajar mucho, -ya te digo-.

Y es lo malo que empieza tener esto, que nadie se escandaliza ya de nada, ni del chino, ni del socialista presuntamente corrupto o presuntamente socialista, ni del pasteleo del arte contemporáneo ni de nada, porque esta tierra nuestra, como Jerusalén, está fundada sobre unos cimientos de morro y desvergüenza que no hay quien derribe y si el chino nos pusiera los ojos como platos, que no nos pondría el Wert, que a mayor sandez que diga, más se habla de él y menos de lo que hay que hablar, y que parece que más se dedica al despiste que a llevar adelante un Ministerio que parece una teleserie de Canal Sur.

Y no sé si la culpa la tendría Raphael, cuando para que le rimase aquella cancioncilla, cambió el acento y en lugar de escándalo, decía el hombre, escandaló, y viendo que colaba y nadie decía ni mú, lo intenta Rajoy pidiendo el segundo rescate de la banca española después de las elecciones gallegas, como hizo sacando los presupuestos después de las andaluzas, que fue un auténtico escandaló o Feijóo maquillando las cuentas en Galicia o el Mas que, después de la gestión pública más peregrina y nefasta que Cataluña conoce, se ha sacado lo de la independencia de la chistera, o los dirigentes del PSOE en Madrid que a pesar de ir cuesta abajo y sin frenos, siguen desaparecidos en combate y sin comprarse la brújula. Escandaló, es un escandaló

viernes, 12 de octubre de 2012

MEMORIA


Memoria


LA memoria es un jardín en el que habitan seres de otro tiempo en tanto son recordados por los que aún vivimos a este lado. Así es esta historia; su mundo existe mientras los recordamos. Y así, en ese mundo que recordamos, hay cosas -y hasta ocurren cosas como aquí- con apariencia de materia y piedra y de una realidad que casi se toca con los dedos. Pero, sobre todo, lo que hay son viejos amigos que sobreviven en la memoria como si nada hubiese ocurrido y que sonríen contentos mientras nos miran cuando los recordamos y que pasan el día, y hasta las noches, con la calma tranquila de lo inevitable, paseando entre las dulces sombras en verano o bajo la caricia cálida del sol en el invierno. Hay también en la memoria, casas y rincones ocultos y juegos en la arena y balones de fútbol y sonrisas y hasta besos escondidos en esa esquinita de la comisura de los labios que tanto le gustaba a Peter Pan. También en la memoria pasan cosas que suelen ser hermosas, como el dulce sueño de un niño que cabalga a los hombros de su padre o la emoción intensa de un primer amor o la lectura de un libro o de un poema, y hasta habitan en ella sombras de dolor, aunque incluso esos recuerdos, pueden dibujar sonrisas de ternura cuando se miran a través del tiempo. 

Y es que la memoria es un lazo de oro fino que nos ata a los que se fueron para, entre otras cosas, no dejar que el olvido, ese fantasma de niebla húmeda y gris, se lleve por delante los recuerdos, los envuelva en su espesura fría y los secuestre del paraíso para morir del todo; definitivamente muertos. Que también hay, aunque cueste creerlo, quienes se empeñan en el olvido, cómplices ¿quién sabe? de algunos pedazos de la historia que huelen si no se les entierra definitivamente con el olvido. Y es que la memoria es vida y, más que vida es aire o agua o el pan que necesitan para sobrevivir aquellos a los que hemos querido y con los que aún tenemos deudas de gratitud contraídas que queremos trasladar a nuestros hijos. 

Hace unos días, alguien, mejor recordar que fuimos todos, consiguió por fin y después de cinco intentos, colocar una placa en la tapia del cementerio de Granada para que otros, que no nosotros, recuerden a los miles de hombres y mujeres que allí fueron asesinados por defender nuestro futuro. Una placa no es mucho, ni de lejos el monumento que les gusta a los cómplices o los herederos de los que causaron aquel dolor para conmemorar a sus héroes, pero para nosotros y para ellos, por ahora, es suficiente para no olvidar.

viernes, 5 de octubre de 2012

BRÚJULA


Brújula

| ACTUALIZADO 05.10.2012 - 01:00

VISTO como está este año el patio del cole, no sé si recomendarle al personal que se compre una brújula y un compás para no perderse o que, directamente, se pierda y se deje arrebatar por el lío de mareas y corrientes de este confuso mar por si, al fin, el naufragio tiene mejor pinta y destino que esta angustiosa singladura que llevamos, por lo que parece, sin rumbo y sin timón o, cuanto menos, con el timonel borracho. Aunque igual es angustia pasajera y percepción subjetiva y el barco no va tan mal dirigido y es que navega de bolina y no de popa o de través y ya se sabe que así, el viento levanta más las olas y lo deja todo al retortero. 

A mí, como soy ya más que antiguo y me eduqué en el metódico camino de la razón, me gusta navegar con rumbo y tener las cartas a mano y saber no sólo a dónde voy, sino sobre todo, por dónde voy y por qué voy y, a lo mejor por eso, soy tan aficionado a lo que antes se llamaba el método y que en resumidas cuentas viene a ser no andar cambiando de rumbo según sopla el viento. Y no es que eso ayude a sobrellevar mejor la tempestad, si es que la hay, pero sí a que el viaje sirva para algo que sí no, más que Odiseo, acaba pareciendo uno un tonto perdido, por muy proceloso que sea el Piélago y muy venturoso el viaje que, por lo que parece y en lo que a este país respecta, no es el caso ni esto es Itaca. 

Por eso soy más de los alisios y de ciertas corrientes que vienen a aunar una elegante dialéctica con una mijita de razón y aunque reconozco que en mis tiempos de diletancia juvenil me dejé seducir por las embriagadoras dudas de Nietzsche, prefiero ahora la serena solidez de un materialismo sensato, aunque un punto heterodoxo. Por eso no entiendo los permanentes cambios de rumbo que dejan la identidad confusa y el destino oscuro. Y si quieren un ejemplo de lo que hablo, ahí tienen a David Miliband, líder del partido laborista del Reino Unido que ha vuelto a anunciar un viraje al centro de su partido para acercarse al electorado y que, si hago memoria de los virajes al centro de ese partido, desde que lo recuerdo, debe andar ya por la antípodas y sin saber si cuando gira al centro lo hace rolando a babor o a estribor o poniendo el barco boca abajo y la quilla hacia las estrellas. Y sin mala intención y como aviso para navegantes, ya le pediría yo al PSOE que se comprara una brújula, que en los chinos están a un euro.

viernes, 28 de septiembre de 2012


Humor de perros


OPINA Diana, con la flema inglesa que se ha hecho habitual en ella en estos últimos años, que este país no lleva buen camino. Y me preocupa el comentario porque no suele ser ella de las que habla en demasía ni suelta palabras vanas y porque, además, cada vez que habla, ya digo que pocas veces, atina con certeza de arquero suizo. Dice, mientras se recupera de una esguince que la mantiene postrada, en reposo y de manifiesto mal humor, que el viaje emprendido por España a través del túnel del tiempo va en dirección contraria y que bueno viene a ser el dicho de que para atrás ni para coger carrerilla, porque pudiera ser que tres o cuatro cosas que antaño, cuando la transición, se pillaron con alfileres, peguen ahora el reventón por las costruras y en lugar los dos pasos adelante y uno atrás del camarada Lenin, nos vayamos todos del tirón y de cabeza al caos, lugar primigenio, oscuro y precosmogónico que debe ser como Seseña pero sin la Radial y sin Mercadona. 

Como no suelo soportar la segura tozudez de Diana, le argumento que en España, casi como en el resto de Europa y desde hace un par de años, los parlamentos y hasta los gobiernos pintan menos que follatabiques en Madrid, que es un señor al que no tengo el gusto de conocer pero al que todo el mundo cita como referente universal de mamarracho de poco peso e influencia en la Villa y Corte, y que todos sabemos que, en realidad los que mandan lo hacen desde organismos que nada tienen que ver con el sietema democrático que hasta hace poco conocíamos. 

Craso error, me replica mientras husmea de acá para allá, dándome a entender que su larga herencia genética de perseguidora de zorros, la hace poco menos que infalible en los análisis de política internacional. Que las cargas policiales, me dice, las dirige el Ministerio del Interior y no el FMI y que los tiros de la estación de Atocha no los soltaba Christine Lagarde, que el nuevo código penal se lo ha inventado el liberal Gallardón y no el BCE o que el esperpento de Televisión Española y de las JONS,que va a dejar sin trabajo a los de Intereconomía por la derecha, lo controla con mimo el mismo Rajoy y no Durao Barroso y mientras sigue con su avalancha de argumentos y me mira con un puntito de desprecio, callo y disimulo intentando inútilmente rascarme la oreja con la pierna con cierta naturalidad, y todo, todo, porque el veterinario le ha prohibido correr por la Cuesta de los Chinos hasta que se recupere y como no la subo a la Alhambra desde hace días, está de un humor de perros.

jueves, 20 de septiembre de 2012

RADICAL


MARÍA Dolores de Cospedal, ya me imagino que sabrán quién es, ha declarado recientemente, con la misma solemnidad con que de niña debió renunciar a Satanás, a sus pompas y a sus obras, que Griñán, Presidente de la Junta de Andalucía, es un izquierdista radical porque se ha quejado de que Rajoy esté intentado, por la vía de la asfixia económica, lo que no pudo conseguir por la vía de las urnas en las pasadas elecciones autonómicas; cortarle la cabeza al Presidente o, si no pudiera ser, partirle por lo menos las piernas a hachazos que, para el caso, viene a ser lo mismo. Y no es que me esté inventando conclusiones sanguinarias o que esté sacando deducciones aventuradas el señor Presidente en su queja, es que para confirmar la hipótesis, otro bien templado personaje popular, el alcalde de Sevilla y Secretario General del PP andaluz, ya saben, el del Metro de Sevilla, en el rancio tono monacal que le caracteriza, reivindicaba hace unos días que lo que Andalucía necesita es un "rescate político" que, no se a ustedes, pero a mí me suena a subversión del orden constitucional, más o menos a la altura de su título VIII que, para qué nos vamos a engañar? nunca le ha gustado un pelo al siempre dialogante PP.

Como me falla la memoria y hasta mis hijos suelen decir que me repito, no sé si les he contado ya que a mí me da la impresión de que el objetivo de una buena parte del PP en la actualidad no es el de gobernar España pensando en el futuro, ni siquiera en su futuro, que sería cosa más de entender, sino el de gestionar una parte del pasado con la que se sienten manifiestamente incómodos: la transición democrática y, por eso, ahora que pueden, sueñan con volver el calendario al 20 de noviembre del año 1975 y corregir algunos capítulos absolutamente inaceptables de aquella parte de la historia. Entre otros, el que otorgó un Estatuto de Autonomía a Andalucía contra todo pronóstico de la derecha española, fuese la mesetaria o fuese la periférica que no recuerdo yo, ya saben mi mala memoria, a los vascos o catalanes echando una mano a los andaluces en aquella batalla que peleamos y ganamos solos.

Los insultos, descalificaciones, chantajes y no sé cuantas cosas más que el gobierno de la nación y todo la derecha, incluida la catalana, dedican a Andalucía, con perseverancia de memos, han alcanzado su momento de mayor brillo, en la presión de Rajoy sobre los bancos para que no financien con sus préstamos, como ha sido habitual, a la Comunidad Andaluza y entregarla así, atada de pies y manos a los designios de Montoro. Y mientras, dice Cospedal que Griñán es radical.

jueves, 13 de septiembre de 2012

LA SOLEDAD DEL GOBERNANTE


La soledad del gobernante

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 14.09.2012 - 01:00
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SORPRENDE, para su aspecto, la fortaleza que demuestra el señor alcalde de Granada cargando sobre sus hombros cualquier peso que le pongan por delante. En serio, créanme, que no hay ironía en mis palabras, sino el reconocimiento sincero de su responsable bonhomía y de su sacrificio y entrega cotidiana. Hace unos días, sin ir más lejos, intenté cruzar la plaza de Bibrrambla ocupada por arriba y por abajo, en las marquesinas dispuestas al efecto y en donde no están las marquesinas al efecto, con mesas y terrazas y, al no poder hacerlo, le pedí a una joven camarera que habilitara si tuviera a bien, un pasillito, aunque fuera estrecho, para poder cruzar. -Al alcalde, al alcalde-, me respondió la amable señorita, miestras me hacía ver que, de esas cosas, quien daba las órdenes personalmente era don José y descubriendo yo, con admiración, que entre don José y la decisión de llenar aquello de mesas hasta la fuente no había nadie sino la soledad del gobernante, a veces tan incomprendido cuando los que le rodean no dan la talla. Y es que, al margen de la amistad que, según cuentan, mantiene nuestro preclaro regidor con un conocido hostelero que cada día gana unos pocos metros más a nuestras plazas para incorporarlos a su negocio, ya me había llegado a mí la noticia de que el señor alcalde, cuando no le gusta lo que ve, se arremanga y decide él solo y sustituye las farragosas recomendaciones técnicas del personal municipal, por sus decisiones personales, que pudieran parecer arbitrarias, pero que en realidad son concluyentes. 

Presume, también, según comentan, de trasladar cualquier asunto por muy técnico que sea, al espinoso espacio de la polémica política donde, honesto es reconocerlo, suele fajarse bien y le gusta presumir de ello, y transforma cualquier nimiedad que pudiera resolverse con un poco de sentido común o un lápiz y una goma, en un pulso que está acostumbrado a ganar con la sin par ayuda de su amable clá y la más que evidente debilidad de su oponente; una oposición que no termina de encontrar suelo firme donde apoyarse y hueco por donde devolver los golpes. 

Empezó por el Metro, que los técnicos dijeron que por arriba y él que por abajo y que la culpa era de Sevilla, y consiguió ganar la batalla y hundir media ciudad, y siguió con el AVE y más o menos, lo mismo. Y ahora se ha metido en el berenjenal de dejar al Albaicín aislado, pese a quien pese. Problema que, seguro estoy, como el del Metro en el Zaidín, podría resolverse con algo de reflexión y de diálogo, aunque tuviera que dejar de ser la demostración gráfica de que aquí manda su sombrero y de que los autobuses pasan por donde su excelencia diga.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

LA GRAN OLA

NO tenía yo la intención de hacer de esta columnilla una experiencia multimedia y, más que nada, porque difícil se pone descubrir en segunda vuelta lo que no se percibe a simple vista o convertir, por más que fuera mi deseo, palabras en imágenes que no se correspondan con ideas. Por eso y porque parece que está más que demostrado que el arte es inefable y que de lo que no se puede hablar, lo mejor es callarse, parece un intento vano que yo les intente contar o referir cómo es un cuadro. Así que si el editor de esta columna no lo remedia con una foto al pie, más vale que busquen ustedes en su ordenador o incluso en algún libro de arte, que también los he visto yo en alguna tienda, la imagen de la que les quiero hablar y que me lleva rondando en la cabeza desde el principio de este verano.

Basta con que pongan en ese divino invento que es el google, alguna frase sugerente como "la ola del japonés" y del tirón les saldrá una cosa que algunos llaman "la gran ola de Kanagawa"; una estampa japonesa del periodo Edo, del pintor Katsushika Hokusai y fechada más o menos en 1830. ¿A que ahora sí que les suena?

Bueno, pues situados ya, les diré que a mí me ronda la imagen, con insistencia de samurai, desde que el gran timonel Mariano, cogió la caña del timón, mientras pasaba la mar de picadilla de levante a huracán y, en lugar de buscar puerto, que suele ser lo sensato en estos casos, puso proa a mar abierto que es donde más o menos se encuentra ahora el esforzado capitán y todos con él, sin estrellas que le guíen, sin rumbo y en medio de una galerna de padre y muy señor suyo y al pairo de lo que venga.

La gracia de la ola de Hokusai, si es que la tiene, fue la de captar dos cosas singulares que le dan toda su fuerza expresiva al cuadro, la primera es el tiempo detenido antes de la catástrofe absoluta. La gran ola levanta su gigantesca cresta dominando toda la composición y ahí, en ese punto crítico, se paró el bueno de Hokusai, esperando, en aparente calma, el castañazo final. Más o menos como Rajoy y su gobierno en este otoño. La segunda, la fragilidad de los tres esquifes que bailan impotentes bajo la gran ola y a cuyas bordas se asoman, aterrados, los marineros que esperan el desastre. Quizás sería conveniente mirarlos con detenimiento por si alguno nos resulta familiar o quizás sería conveniente también ir buscando alguien que tenga el título de patrón de barco y tirar al gafe por la borda.