viernes, 21 de diciembre de 2012

CARIDAD


Caridad
A pesar de la desconfianza histórica o incluso del desprecio que muchos sienten por el Islam, la verdad es que es una religión de incuestionable coherencia conceptual. No me malinterpreten; siento por el Islam la misma distancia intelectual que por cualquier otra religión y no es mi intención hacer apología de ella, pero las cosas son como son y el Islam tiene una homogeneidad teórica que otras religiones, sin ir más lejos la católica,  no tienen. El confuso politeísmo del catolicismo, por ejemplo, con la curiosa figura del Espíritu Santo que tanto se parece al dios Ka egipcio o la evidente coincidencia entre la virgen María y la diosa Isis o la no menor de la muerte y resurrección de Jesús con el mito de Osiris y el que incluso se le haga nacer coincidiendo con el solsticio de invierno, tienen más que ver con añadidos orientales posteriores que con el cristianismo original que, al parecer, era una religión igualmente simple que se apoyaba, sobre todo, en la práctica de la caridad fraternal.
En el Islam no existe esa confusión, aunque sí la caridad que es uno de sus cinco pilares fundamentales, con la profesión de fe, la oración, el ayuno y la peregrinación a La Meca, y no el yihad, como aparece en algún libro de texto de la ESO, como muestra de la ignorancia de sus autores y vergüenza de las autoridades educativas que lo dan por bueno.
La caridad es un elemento clave en la historia del Islam. No sólo porque supera con su universalidad las limitaciones tribales y clánicas de la sociedad árabe en la que nació, sino porque además consigue crear una férrea solidaridad frente a la arbitrariedad del poder. La caridad musulmana ha ido generando un poderoso tejido social y asistencial en aquellos países gobernados por sátrapas y dictadores donde el Estado es una pantomima al servicio de los poderosos. Si alguien quiere entender el éxito de movimientos como Hamás o Hizbulá, ahí debe dirigir la mirada, a sus actos frente a la injusticia y la miseria y, por eso, detrás de cada hospital que suple las corruptas ausencias del Estado, crece la hegemonía de la religión en esos países.
Por eso, cuando ahora, el gobierno del Partido Popular avanza imparable en la destrucción del Estado convirtiendo lo que antes eran derechos, en caridad cristiana y privatiza hospitales y destruye el sistema educativo y elimina la asistencia, ofreciendo a cambio la alternativa indigna de la limosna y con ello veo crecer la presencia de las organizaciones caritativas o las colas frente a los bancos de alimentos, pienso, con algo de comprensión y mucho de tristeza , en Hizbulá, en nuestro irremediable Hizbulá.

Juan Cañavate

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