Caridad
A pesar de la desconfianza histórica o incluso del
desprecio que muchos sienten por el Islam, la verdad es que es una religión de
incuestionable coherencia conceptual. No me malinterpreten; siento por el Islam
la misma distancia intelectual que por cualquier otra religión y no es mi
intención hacer apología de ella, pero las cosas son como son y el Islam tiene una
homogeneidad teórica que otras religiones, sin ir más lejos la católica, no tienen. El confuso politeísmo del
catolicismo, por ejemplo, con la curiosa figura del Espíritu Santo que tanto se
parece al dios Ka egipcio o la evidente coincidencia entre la virgen María y la
diosa Isis o la no menor de la muerte y resurrección de Jesús con el mito de Osiris
y el que incluso se le haga nacer coincidiendo con el solsticio de invierno,
tienen más que ver con añadidos orientales posteriores que con el cristianismo
original que, al parecer, era una religión igualmente simple que se apoyaba,
sobre todo, en la práctica de la caridad fraternal.
En el Islam no existe esa confusión, aunque sí la
caridad que es uno de sus cinco pilares fundamentales, con la profesión de fe, la oración, el ayuno y la peregrinación a La Meca, y no el yihad, como aparece en algún libro de texto
de la ESO, como muestra de la ignorancia de sus autores y vergüenza de las autoridades
educativas que lo dan por bueno.
La caridad es un elemento clave en la historia del
Islam. No sólo porque supera con su universalidad las limitaciones tribales y
clánicas de la sociedad árabe en la que nació, sino porque además consigue
crear una férrea solidaridad frente a la arbitrariedad del poder. La caridad
musulmana ha ido generando un poderoso tejido social y asistencial en aquellos
países gobernados por sátrapas y dictadores donde el Estado es una pantomima al
servicio de los poderosos. Si alguien quiere entender el éxito de movimientos
como Hamás o Hizbulá, ahí debe dirigir la mirada, a sus actos frente a la
injusticia y la miseria y, por eso, detrás de cada hospital que suple las
corruptas ausencias del Estado, crece la hegemonía de la religión en esos
países.
Por eso, cuando ahora, el gobierno del Partido Popular
avanza imparable en la destrucción del Estado convirtiendo lo que antes eran
derechos, en caridad cristiana y privatiza hospitales y destruye el sistema
educativo y elimina la asistencia, ofreciendo a cambio la alternativa indigna de
la limosna y con ello veo crecer la presencia de las organizaciones caritativas
o las colas frente a los bancos de alimentos, pienso, con algo de comprensión y
mucho de tristeza , en Hizbulá, en nuestro irremediable Hizbulá.
Juan Cañavate
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