viernes, 25 de enero de 2013

LA SHOAH DE GALLARDÓN


La shoah de gallardón


LAidea de Gallardon de incluir la apología del antisemitismo como delito tipificado en su prometida reforma del código penal, es una loable contribución a la consolidación de los valores democráticos de este país, tan escaso de señales en esa dirección con el actual gobierno. 

Sin embargo, conociendo a Gallardon y el talante democrático que ha demostrado desde que es Ministro, me huelo que no va la cosa por defender los derechos humanos universales, sino más bien al revés. 

Y es que no termino de tener claro lo que este halcón de la derecha española, que hasta hace poco parecía palomo, es capaz de entender por antisemitismo; si la irracional, criminal e imperdonable negación de la Shoah o cualquier justificada critica a la permanente agresión contra los derechos humanos del Estado de Israel. Aunque, tras el discurso que hizo, en el mismo acto, Isaac Querub, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, parece que la cosa está clara para el Gobierno español; criticar al Estado de Israel, dijo el señor, "supone una nueva y refinada forma de antisemitismo". 

La verdad es que esta idea de antisemitismo, que podría trasladar Gallardón a su reforma del código penal, convertiría en delincuentes no sólo a muchos hombres y mujeres solidarios con la causa palestina, que han denunciado y seguirán denunciando los crimenes de Israel, sino también a muchos judíos, incluso israelíes, que apuestan igualmente por parar el genocidio palestino y dar una oportunidad a la paz en los territorios ocupados. 

En todo caso si el señor Ministro estuviese comprometido en acabar con la apología de aquellos movimientos culpables de crímenes contra la humanidad y contra los derechos humanos y las libertades, podría demostrarlo dentro de su propio partido o en los muchos sitios donde gobiernan. En Granada por ejemplo, el señor Pérez, presidente de la Diputación, vive obsesionado en defender la figura de José Antonio Primo de Rivera, fundador de un movimiento fascista que tenía bastante que ver con el que fundó el principal responsable de la Shoah. 

Igualmente otro concejal del ayuntamiento de Granada, el señor García, acaba de proponer la protección patrimonial de la conmemoración de un desastre, que también acabó algún tiempo después en genocidio, invocando la gesta heróica de la Reconquista, vergonzosa palabra y peor concepto, ajenos ambos al rigor histórico, pero muy queridos por los ideólogos de Franco, otro complice de la Shoah; ese desatre en el que, por cierto, no sólo fueron sacrificados judíos, gitanos, demócratas y homosexuales de toda Europa, sino muchos españoles que, gracias a Franco o a los seguidores de Primo de Rivera, hicieron también aquel tenebroso viaje hacia la muerte. 

Quizás debiera aprovechar Gallardón para incluir en su código penal la apología del franquismo o de la Falange, aunque la verdad, conociéndolo, no creo.

jueves, 17 de enero de 2013

ENFERMOS

La columna

Enfermos

juan Cañavate | Actualizado 18.01.2013 - 01:00
HAY países que nacen como un cáncer y enferman todo lo que van tocando. Israel es algo así y por eso, desde que existe, ha ido destruyendo un territorio con ciudades que, hasta su nacimiento, eran sinónimo de belleza, embrujo y sueño; Jerusalem, Beirut, Bagdad, Damasco... y que hoy sólo guardan para el futuro un patrimonio de odio y de dolor.

También hay países que ya estaban enfermos antes de nacer, con alguna clase de virus enquistado en su ADN, acantonado y resistente a todo. La India es así y ni el Imperio Británico con sus lanceros bengalíes borrachos de ginebra y de quinina, ni el mismo Ghandi con sus paciente resistencia, pudieron sanar su enfermizo amor por la violencia contra los indefensos y los débiles, contra las mujeres, contra los niños o contra los propios miserables hindúes que sólo saben ya vivir en la resignación de su dolor

También hay países que intentan disimular sus males en un intento patético de pasar desapercibidos en medio de una podredumbre que creen que nadie percibe. España, sin ir más lejos, intenta tapar el olor podrido de sus heridas con algo de Chanel pensando que otros no lo notan si miran hacia el techo mientras silban. Aunque por más que lo intentemos o lo neguemos, España apesta a podrido.

Rubalcaba hace unos días, lo notó tanto, que no tuvo más remedio que decirlo: que algo había que hacer entre todos con esta enfermedad. No sonó muy convincente, pero lo dijo, aunque se equivocara en el diagnóstico; la corrupción no es la enfermedad, sino el síntoma de un mal más grave que lleva quinientos años de existencia. El de la inmoralidad más absoluta que acompaña a este país desde que existe y que da forma a cada uno de los actos de sus gobernantes.

La inmoralidad no es el ático de González o los viajes de Corinna, o las cuentas en Suiza de Bárcenas o la desvergüenza de Güemes o la responsabilidad de Durán y Lleida en la financiación de Convergencia y Unió o los viajes de Pujol Ferrusola a Suiza o las desmesuradas compras del IVAM a Gao Pín o qué se yo cuánta porquería más de la que se acumula en las hemerotecas o en los juzgados. Eso es la corrupción y frente a ella suele estar, antes o después, el freno persuasivo del código penal, pero frente a la inmoralidad no hay nada. Frente al político que no dimite, al que sonríe ante la evidencia de su cinismo, al que no tiene otro principio que el de su supervivencia o del clan que lo mantiene y apoya..., frente a eso, no hay nada, si no es el rubor o la vergüenza de los inmorales y, de eso, la verdad, andan más bien escasos.

viernes, 11 de enero de 2013

NADA QUE VER


Nada que ver

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 11.01.2013 - 01:00

EL alcalde de Granada acaba de decir mirando al techo, lugar muy frecuentado por los políticos del PP en la actualidad, que él no tiene nada que ver con la huelga de basuras, y no sería tan preocupante la desconcertante afirmación si hasta ahí hubiera llegado, pero es que hace unos días dijo que tampoco tenía nada que ver con la huelga en el transporte urbano, y no es que yo diga que el alcalde sea el responsable de la huelga, en serio que no. Pero de ahí, a que no tenga nada que ver, hay un salto que ni el alcalde ni toda la comitiva del "Here you are's day" con tremola-pendón incluido. Y es que si empieza así, igual termina diciendo que él tampoco tiene nada que ver con que el parón del Metro, después de la que ha liado con su afición a la espeleología y al inframundo. Aunque sus razones tenía para el follón, porque ahora, cuando se acaben las obras, sus buenos dineros sacará con los aparcamientos subterráneos que se están haciendo con el "poyaque". Sobre todo cuando ponga la O.R.A. en el Camino de Ronda y, por narices, haya que aparcar el coche en el reino del Tártaro. 

Claro que ya puesto, igual dice que tampoco tiene nada que ver con lo del mareo de aquí para allá de la Estación del AVE, aunque todo el mundo sepa que en lo que pensaba con las dudas, era en las deudas de su ayuntamiento por si, por casualidad y entre el meneíto, caía la estación en algún solarillo que le viniera bien a las arcas, aunque hubiera que ir a coger el tren al Puente de los Vados, que el alcalde, aunque parezca que es como es, no da puntada sin hilo y manda mucho en el PP y no me termino de creer yo que todo sea mentira y que en Madrid ya le hayan dicho que el AVE, al mismo sitio y por arriba, o sea, partiendo Granada en dos y con los granos reventones, que es lo que les gusta a los de la Toma. 

De todos modos y para ser justos con sus aptitudes y actitudes, la verdad es que el alcalde no hace más que lo que le enseñan sus mayores, que para eso es muy bien mandado y si Rajoy dice, mientras mira al techo también, que él no tiene nada que ver con el paro o con que tengamos un crecimiento negativo del PIB o con que y concluyendo, esté país se haya ido a la mierda en el año que lleva gobernando, no va el alcalde a contradecir a su jefe. ¿Porque su jefe sí que es, no? O ¿tampoco tiene nada que ver?

viernes, 4 de enero de 2013

PERAS, MANZANAS Y LETRAS


Peras, manzanas y letras

Juan Cañavate
SI aún tienen dudas cuando se levantan, en el frío del amanecer, o cuando caminan hacia el trabajo sobre la escarcha rota o cuando ni tan siquiera es necesario que salgan a la calle tan temprano porque en la calle solo hay ya la sombra silenciosa del olvido. Si aún tienen dudas, digo, sobre si merece la pena, o no, recomenzar de nuevo, seguir madrugando en esta vida de futuro incierto y no encuentran razones claras para seguir viviendo, les recomiendo que se den un paseo por la exposición que ha montado Valentín Albardiaz en la tienda de antigüedades Ruiz Linares de Granada y se le disiparán las dudas.

Y ya sé que esto no es original y que Woody Allen ya lo dijo en Manhattan; que las peras y manzanas de Cezanne eran una de esas cosas por las que merece la pena vivir, pero no tengo interés en ser original y por eso digo o repito, como ustedes gusten, que contemplar las pinturas de Albardiaz es una de esas cosas por las que merece la pena estar vivo. Y no ahora que el futuro lo han pintado de color de plomo, sino incluso cuando el mundo amanecía con colores o cuando el mundo ni siquiera era mundo y Valentín se lo inventó o lo pintó, que viene a ser lo mismo.

Cuando en medio de las manchas de la abstracción más radical de Rothko, que era lo que de moda estaba por las galerías del Down, o cuando Guerrero iba con sus cerillas y sus cuevas desde el color hasta la forma y empezaba a construir objetos o cuando Zobel buscaba geometrías en medio de un espacio que hasta entonces no tenía, Albardiaz encontraba puertas en medio de las geometrías y construía cosas con las que llenar el rígido espacio plano de las dos dimensiones de sus lienzos o de sus papeles y rastreaba un mundo que estaba allí escondido y que fue poblando de mágicos seres que un día dormían y otro volaban como mariposas tejidas con hilos de recuerdos.

Ahora Valen ha llenado sus cuadros con lo más elaborado de su mundo, con la más perfecta creación del ser humano, con el gesto más elegante y preciso de la civilización; con signos que pudieran ser letras que contienen y transcriben la memoria de la vida, de nuestras vidas, de su vida. Y, sobre papeles que son también trozos de la memoria, ha ido escribiendo con meticulosa paciencia y trazo preciso, el transcurrir de días y de noches para que ustedes lo lean y descubran que merece la pena estar vivo en este nuevo año.