jueves, 24 de mayo de 2012

ROUCO MIENTE

Esta es la iglesia de San Juan de los Reyes de Granada.
Durante años fue un cascarón abandonado usado  exclusivamente para la Semana Santa.

La Junta de Andalucía acordó con la curia su arreglo que costó 800.000 euros.

Cuando se acabó la restauración, la curia se negó a ceder el uso para fines culturales y ahora la vuelve a tener abandonada y cerrada al público salvo una misa que da los domingos.

Rouco dijo que si les obligaran a pagar el IBI, no podría sufragar Cáritas. Pero en Cáritas les han dicho que  miente y que la iglesia sólo aporta el 1% de los fondos de Cáritas.

Después Rouco ha dicho que si le obligan a pagar el IBI no podrá mantener el patrimonio eclesiástico. Rouco miente igualmente porque nunca han mantenido el patrimonio. Ha sido la administración pública la que lo ha hecho y si la iglesia pagase los impuestos que le corresponde y que todos pagamos, lo haría más fácilmente.  

LA PATA


LA COLUMNA

La pata

JUAN CAÑAVATE | 

ENTRE los sintomas más precisos para identificar el cuadro clínico de un enfermo adicto al terrible mal de vivir de la política, se cataloga una extraña obsesión por no admitir nunca la posibilidad de haber pisado un charco aunque le cueste la cabeza. Y algún ejemplo hay de ello en la historia como el del buen Luis XVI que, subiendo las escaleras del cadalso hacia la guillotina, seguía preguntándose en qué había metido la pata y convencido de que tenía razón. 

Y es que hasta esas fechas tan divertidas, los políticos tenían que dar pocas explicaciones al personal y por eso, cuando a don Felipe II, le dejarón la Armada Invencible hecha unos zorros, al católico príncipe no se le ocurrió otra cosa que soltarle el muerto al hombre del tiempo.Yo no he sido --dijo el rey- han sido los elementos. 

Y se quedó tan tranquilo dando por inaugurado un argumento que viene a ser más o menos, el que usa a diario Rajoy y su gobierno cada vez que hablan: echarle el muerto al gobierno anterior y seguir insistiendo en que lo que hacen está estupendo, aunque no sirva para nada y le protesten más que a la línea de atención al público de Telefónica. 

La monarquía española, con el tiempo, se ha ido curando de esa enfermedad de negar la mayor y por eso el Rey, que reina, pero no gobierna ni se mete en política, pudo reconocer hace unos días que se había equivocado sin que la monarquía temblase por ello, acordándose quizás de su abuelo que, al contrario que él, reinaba y gobernaba, y que por eso, se negó siempre a reconocer que había metido la gamba con el asunto de Anual y acabó como acabó, en el exilio de Roma y sin corona. 

Los políticos con menos pedigrí aún no han pasado por esas y siguen con la obsesión casi patológica por negarlo todo y no asumir que la han metido, la pata, digo, aunque no sea entera, sin comprender que tampoco pasaría nada si lo reconocieran. 

Miren, sin ir más lejos, lo del alcalde y el lío de la Carrera del Darro y el Albaicín. ¿ni siquiera se ha podido equivocar un poquito?, ¿ni una mititilla?, ¿qué le costaría al hombre reconocerlo y empezar esta historia desde el principio? Lo peor de esta actitud, además, es que suele acabar en una huida hacia adelante con consecuencias que aunque puedan llegar a ser trágicas, en este caso, son más bien cómicas o, tragicómicas si pensamos en el vecindario incomunicado. En serio; ¿han visto ustedes el tren de la bruja de seis plazas que se ha montado el alcalde y con el que pretende sustituir el transporte público de un barrio entero?

miércoles, 16 de mayo de 2012

CORRALITO


LA COLUMNA

Corralito

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 17.05.2012

EN contra de la totalmente justificada opinión general de que los economistas son expertos en augurar el pasado, el prestigioso profesor de la universidad de Princeton y premio nobel de economía, Paul Krugman, acaba de animar un poco más esta fiesta, a la que amablemente nos ha invitado el sistema financiero internacional, anunciando o, mejor vaticinando, que el futuro de Grecia pasa irremediablemente por su salida del euro, y que tan divertido momento se verá acompañado con una incesante huida de capitales de España hacia bancos alemanes que forzarán, añade Krugman, la adopción de medidas de control de esos capitales por parte de las autoridades competentes. Es decir, eso que, en Argentina hace años, recibió el tierno y evocador nombre de corralito. 

Haciendo memoria del transcurrir de aquellos días en el país hermano y tirando de Wikipedia, que es el recurso de los flojos, he recuperado unas declaraciones del presidente de Uruguay, Jorge Batlle, a la cadena Blomberg, en las que expresaba que el gran problema de los argentinos era que, desde el primero hasta el último, todos eran una manga de ladrones. Es cierto que luego pidió públicamente perdón por su cruda literalidad, pero ahí quedó dicho y, sobre todo, ahí quedó la duda razonable de si lo que decía era verdad o no y si el genérico "todos" era de estricta aplicación o sólo correspondía a "las autoridades competentes" que habían puesto en marcha el corralito o, igualmente, lo habían provocado. Lo curioso de esa situación acorralada que vaticina Krugman para nuestro país, similar a la de Argentina en el 2007, es que, sin embargo, aquí no parece ser de aplicación el diagnóstico del expresidente uruguayo y en España no hay ninguna manga de ladrones ya que, por ahora y a pesar del caso Bankia y de nuestro magnífico sistema judicial, no hemos visto a nadie entrar esposado en un furgón de la policía. Aunque también es cierto que los argentinos, igualmente han seguido manteniendo en el poder a esos mismos ladrones o parecidos, llámense peronistas, justicialistas, radicales o lo que sea y tampoco los hemos visto entrar en ningún sitio esposados. Todo esto invita a pensar que el sistema se dedica, además de a reventar al público en general, a proteger a las respectivas mangas de ladrones de cada país. De todos modos, estas cosas no deben preocupar ya al empobrecido publico general, dado que será difícil que alguien tenga algo de dinero en el banco, a no ser que pertenezca al selecto club de "la manga de ladrones" en cuyo caso, tampoco creo que deba preocuparse demasiado. Si por el contrario, usted no pertenece al club, creo que los bancos cierran a las dos.

sábado, 12 de mayo de 2012

RESACA


Resaca

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 10.05.2012 - 01:00
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Y hasta se podría pensar que algunos de los grandes males de esta patria nuestra vienen a ser la torna de su esplendor y que a esa parte de su íntima esencia pervertida que impregna su fondo, su forma, su naturaleza entera, le ocurre como al queso de cabrales o el garum de los romanos, que hasta que no hieden un poco no se convierten en esa cosa exquisita que nos gusta tanto. Podría pensarse, digo, que esta patria nuestra necesita de un cierto olor a podrido para llegar a esa belleza que amamos con pasión y que viene a ser el precio que hay que pagar, irremediablemente, para poder disfrutar de la hermosura que nos regala sin merecernos nada. Como la adolescencia y aquellas noches de sangría con espetos de sardinas en la playa y sabor a sal y a besos que traían, al día siguiente, amaneceres con resaca frente al espigón del muelle. Bellos, eso sí, pero con un repugnante olor a humo y a restos de sardinas en la ropa y en la piel. A mí hay veces que esta patria nuestra se me acaba pareciendo una resaca de adolescentes con amaneceres de cefalea y amargura en el alma y en la mirada errática que aún está por decidir el camino que debería tomar en la mañana, si por aquí o por allá. Una mañana con olor a raspas de sardinas y llena de ese arrepentimiento tan sincero y decidido de los dieciséis o de los diecisiete, del que uno se puede fiar sin dudar ni un instante. 

Cada mañana que leo los periódicos y me llega el tufo a podrido mezclado con el café y la media de aceite, me salta el reflejo inocente e ingenuo de la promesa de no volver a hacerlo y cuando veo, que ya van por ciento veinte mil los millones del agujero de la banca española y el ladrillo y que ya no cuela lo del déficit para hacer negocio con lo público, busco en las páginas siguientes, a alguien que pida perdón y que me cuente que ya no lo volverá a hacer. Y cuando oigo y veo a Rajoy decir que seguirá mintiendo lo que le venga en gana y cuando le de la gana, sigo pegado, en medio del olor a podrido, a la pantalla del televisor esperando que salga, algo después, a confirmar, aunque sea con boca estropajosa de la mala noche, que ha sido un gran error y que se encuentra arrepentido y que no lo volverá a decir ni a hacer. 

Aunque lo reiterativo de los males de la patria mía, ese que sean los mismos los que nos dan siempre con la misma piedra, me va haciendo perder el gusto por la nostalgia de la adolescencia y empiezo a preferir, y así lo pido, por favor, que dejen de beber.

jueves, 3 de mayo de 2012

SUSPENSE


Suspense

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 03.05.2012 -

LA gran diferencia entre Dashiell Hammett y Agatha Christie, es decir, entre un buen escritor y una novelista mediocre, estaba en que uno dejaba pistas hábilmente camufladas que permitían desentrañar sus casos y la otra, por el contrario, se liaba en tramas incoherentes en las que, por no pisar más flores, acababa por sacarse de la manga un culpable de última hora. La diferencia entre uno y otra tenía además una base moral, Hammett ponía en juego la inteligencia del lector desde la honradez y el rigor del guión, Christie, simplemente intentaba engañarlo. Con la literatura y el cine de terror viene a pasar lo mismo; Los otros de Amenábar, tenía una solidez argumental sin fisuras que mantenía el suspense hasta casi un final que sólo se volvía previsible en los últimos momentos. Tanto en Hammett como en Amenábar, la clave está en el respeto; al lector, uno, y al espectador, otro. No hay trampas en ese mundo, aunque sea un mundo de ficción. Con el gobierno andaluz que presumiblemente hoy o, a más tardar mañana, conoceremos, puede pasar algo parecido; que sea el desenlace honesto y riguroso de una trama inteligente que ha ido dejando pistas por el camino o que al presidente, por salir del atolladero, se le ocurra sacar de la chistera un conejo o varios de última hora. De todos modos, hay que reconocer que la cosa no es fácil. Miren por ejemplo lo que ocurre con la Consejería de Cultura y el desorden conceptual que transmite en sus funciones desde que existe. Es capaz de impulsar la investigación sesuda y rigurosa de la termoluminiscencia en la datación de cerámicas, paralizar un PGOU, organizar un espectáculo de danza contemporánea en el Central de Sevilla o montar el Festival de Cines del Sur o todo a la vez. Lo curioso es que después de tantos años y de tantos cambios, nadie haya puesto en cuestión ese gazpacho funcional heredado de una época en que la cultura era, en efecto, otra cosa. Ahora, una de sus competencias básicas, la de tutelar el patrimonio, repercute con insistencia en aspectos urbanísticos y de obra pública y casi podría pensarse que ese sería su sitio natural, otras como el teatro, la música o el cine tienen una decidida vocación de industria innovadora. Pero las pistas no indican que nadie piense en seguir ese orden intuitivo y lógico, sino más bien en simplificar el asunto vinculando la cultura con educación o con el turismo, olvidando que esta lucrativa actividad tiene, sobre el patrimonio histórico, la misma capacidad depredadora que sobre el medio ambiente y si no, véase el Algarrobico, la explotación feroz de nuestros cascos históricos o los inventos del alcalde con la Alhambra. En fin, una vieja historia de zorra y gallinas.