domingo, 22 de marzo de 2015

LA LÍNEA DE SOMBRA

La línea de sombra

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 20.03.2015 -

CUENTA Nando, y ya quisiera yo que ustedes conocieran a Nando, que si hubo otros tiempos y en cada uno tocaba lo que tocaba, en este, que está por venir próximamente, toca un tiempo de generosidad, y que sin ese raro  y necesario ingrediente de nuestra historia, será difícil salir de este oscuro territorio en el que vivimos que se va volviendo con los días, insoportablemente inhóspito y hostil. 

Le cuento yo a Nando y a quien quiere escucharme, que esto más que un polvoriento desierto, es, como en el océano de Conrad, una línea de sombra imperceptible que nos tiene atados a una asfixiante agonía y que, más que perdidos, andamos varados y que, si se observa con atención el mar, más parece que retrocedemos y nos arrastra lentamente hacia un triste lugar en el que nunca estuvimos. Yo, al menos, no creo recordar un horizonte más gris ni un ambiente más desolador y agobiante en el que ni el futuro se vislumbra tras la bruma. 

De ahí lo de la generosidad de Nando y de su recomendación de remar desde desde todos los rincones siguiendo un solo rumbo, para salir de esta calma insoportable. 

Pasa, sin embargo, que cuando miras en estos días, a los que al fin tendrán que gobernar el rumbo, no parece que estén, por sus palabras y sus actos, muy dispuestos a la maniobra y ni tan siquiera parece que sea una buena idea el proponérselo, cuando les oyes hablar a los unos de los otros con el sólo argumento común de sus recelos o de sus agravios para seguir mirándose desde el resentimiento o desde el desprecio o la desconfianza, y para seguir estando donde están, justo en el lugar contrario de donde debieran estar para salir de aquí. A ellos me refiero, a la izquierda, a la lúcida y brillante izquierda de este país que siempre han sido así, enormemente generosa. 

Igual, sin duda, hasta les molesta que hoy escriba estas palabras y que les sugiera algo más de humildad y un poco menos de rencor en sus verdades y un algo más de que todos reconozcan sus errores hasta reconocer que, a pesar de sus contradicciones insalvables y de sus deudas no pagadas y de sus incomprensibles o imperdonables actos y en sus ofensas heredadas desde, más o menos, la Primera Internacional, también está la izquierda en esos otros a los que miran con desprecio y que no debieran estar enfrente sino al lado. 

No cuadra, por eso, que ahora, precisamente ahora, en este tiempo que demanda sobre todo gente y gestos generosos, vuelvan a los atriles con sus discursos, los líderes que fueron y demostraron ser, campeones del sectarismo y del rencor y que sólo son mareantes expertos en perder el viento y en navegar por la línea de sombra. 

Suerte para el domingo y, sobre todo, para el lunes.

domingo, 1 de marzo de 2015

EL ALCALDE AGAIN

LA COLUMNA

El alcalde again

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 27.02.2015 - 01:00





    DESDE que el señor Torres es alcalde de esta ciudad, le hemos conocido dos líneas estratégicas en su gestión; impedir el uso seguro y civilizado de la bicicleta y arremeter contra cualquier actuación del Patronato de la Alhambra. 

    En tan poco edificantes empresas, el señor alcalde ha sabido aprovechar siempre el apoyo de asociaciones que a todos representan y que de todo saben y que, en estos días de campaña electoral y sin maldad ninguna, han montado un coro de palmeros cuando ha dicho que el proyecto Atrio de la Alhambra, es un duro atentando de los sevillanos contra la ciudad de Granada. Algo que nunca habíamos oído, por cierto. 

    Y como suele ser hombre de pocas palabras y menos argumentos, ha dejado en manos del coro los argumentos de la ofensa que, vistos uno a uno y eliminando las simples tonterías, se vienen a resumir en dos cuestiones: que no parece adecuada una inversión de 45 millones de euros en la Alhambra, la una, y que ¿para qué quiere la Alhambra tanto equipamiento cultural?, la otra. A la primera la Alhambra ha respondido que se olvida el señor alcalde de que la inversión es precisamente en la Alhambra y que la Alhambra está en Granada y que otra cosa sería si tantos millones, fueran a parar a otro lugar, por ejemplo, a Sevilla y que la inversión se viene a sumar a muchas otras que la Alhambra realiza en la ciudad y, si no, ahí tienen el Bañuelo, Dar al Horra, Horno de Oro, el Corral del Carbón... concluyendo en la pregunta de que ¿en qué cabeza cabe que se renuncie a una inversión de ese calado en Granada, simplemente porque sea en la Alhambra? 

    A la segunda cosa, me van a permitir que les intente contestar yo. 

    La Alhambra lleva desde hace bastantes años consolidando un buen modelo de gestión, con profesionales comprometidos en un proyecto escrito desde hace años, su Plan Director y que, desde luego, no es una improvisación ni una ocurrencia de nadie. 

    Gracias a ese modelo y a gestionar algo más que la simple visita al monumento, se ha convertido en un elemento clave en la vida científica y cultural de la ciudad, con una programación que deja en evidencia la triste fanfarria pueblerina municipal. 

    ¿Le parece al señor alcalde que eso es malo y que debiera renunciar a ello? 

    ¿Le parece al señor alcalde que los granadinos y los visitantes vamos servidos con las comedias o los artistas que trae al Isabel la Católica su concejal del asunto o con las procesiones de Semana Santa? 

    ¿Le parece sensato desperdiciar las posibilidades de nuevos espacios porque la programación no la haga el ayuntamiento? 

    Lo que no parece sensato es que el alcalde intente destruir lo que funciona bien en lugar de intentar arreglar lo que funciona mal, o será que con la Alhambra al lado, se nota demasiado lo suyo.