martes, 30 de diciembre de 2014

PROGRAMA ELECTORAL MUNICIPAL. 4

Programa Electoral Municipal. 4


Es necesario hacer un revisión profunda del mobiliario urbano y de la publicidad comercial en la ciudad. Hay demasiados cacharritos en medio de las calles. Papeleras, maceteros, monolitos, carteles, publicidad. Algunos de ellos son absolutamente atentatorios contra el propio diseño urbano, como los maceteros de Ganivet. La publicidad de comercios ha de someterse igualmente a unas mínimas normas que, por cierto, existen y que no son respetadas.

domingo, 14 de diciembre de 2014

PROGRAMA ELECTORAL. MUNICIPALES. 3

3- La denominada Ordenanza de la Convivencia es uno de los elementos paradigmáticos de la discrecionalidad jurídica. 
En la practica totalidad de su articulado, quedan, no sólo las decisiones, sino la calificación de los hechos, en manos de la policía municipal. 

Esta discrecionalidad se traduce de forma sistemática en arbitrariedad. La calificación de las infracciones debe quedar reflejada de forma explícita en la norma, por lo que hay que modificarla en su totalidad y de forma inmediata. Experiencias tan desagradables como las despedidas de solteros, ruidos, botellones, el abuso de los elementos decorativos excesivos en fachadas del centro histórico y muchos otros quedarían controlados.


PROGRAMA ELECTORAL MUNICIPALES. 2


2- La actual práctica de uso de espacios públicos por negocios de hostelería es, no sólo una insensatez y un despropósito, sino también un claro abuso. Es necesario y fundamental un compromiso claro con la ordenación de ese uso de una forma racional y transparente en la que se salvaguarden los derechos de los ciudadanos y se proporcione seguridad jurídica a los empresarios de la restauración. Dentro de ella y más en concreto, el uso de espacios públicos en el casco histórico es, cuanto menos, de dudosa legalidad. Los entornos de los bienes protegidos están perfectamente definidos en la Ley de Patrimonio y su uso debe ser informado por la administración competente. Esa necesidad debe concretarse en un ordenamiento que no quede a discreción de la autoridad, tal como hoy se plantea en las ordenanzas, sino que debe ser de riguroso cumplimiento.

PROGRAMA ELECTORAL MUNICIPALES 1. GRANADA



1-
Parece lógico plantear que es necesario revisar el asunto del tráfico y de las Líneas de Alta Capacidad, pero también parece lógico pensar, en este asunto en concreto, que la situación anterior tampoco era la idónea. 
Todos sabemos que había un exceso de líneas pasando por la Gran Vía y seria conveniente corregir también esa situación. De hecho, el Plan de Movilidad de la ciudad que durante años se ha ido retrasando y que finalmente se presentó ha de ser revisado de forma crítica y con rigor.
En ese plan de movilidad hay aspectos que no pueden olvidarse. 


Hay que restringir de forma clara el tráfico privado en el centro de Granada. Y hay que hacerlo de forma efectiva y no con la boca chica o utilizando las restricciones para hacer caja. El sentido común exige que esas medidas se acompañen de un plan sensato de carga y descarga, de transporte escolar, de paradas de autobuses turísticos, de paradas de taxis, de rutas de servicios, etc...y de aparcamientos. No estaría mal que en el futuro los nuevos establecimientos hoteleros o de restauración contaran con un plan especifico de carga y descarga o, al menos, de espacios de almacén que evitasen la carga diaria. La zona azul no es un negocio, es un método para facilitar la vida a los ciudadanos y así deben ser usadas. En otro orden de cosas, las pilonas al Albaicín deben volver y hacerse más restrictivas con el tráfico privado. De igual forma, parece lógico pensar que es necesario reforzar el transporte público en el barrio y que hay que ordenar el tráfico pesado que genera, a través de autobuses turísticos, los negocios de hostelería del Sacromonte con decenas de viajes que atraviesan el interior del barrio y que taponan diariamente el propio camino del Sacromonte.
Algo habría que pensar igualmente en relación a los desvíos del tráfico desde las arterias principales hacia las secundarias. Hemos evitado el tráfico en Gran Vía a costa de hacer insoportable la calle Elvira o San Matías o la calle Molinos. Eso sí que es esconder la basura debajo de la alfombra.
Además al asunto de las bicicletas hay que darle una solución definitiva. Granada no puede ser la única ciudad del mundo que no tenga carriles bici. Entre otras cosas porque las bicis van a seguir creciendo en su uso y, lo mínimo es darles un espacio adecuado.
 
Acabo de leer una noticia que aparece en la primera página del grupo Joly. Trata de comentar la encuesta que caba de realizar este periódico en la que da, tras la correspondiente cocina, un 17 % de votos a PODEMOS. en Andalucía, partido al que denomina "partido de profesores universitarios" y del que explica los resultados por el efecto del "caso Errejón". Francamente no intento hacer propaganda de PODEMOS, partido al que creo que le falta un poquito de recorrido, pero los intentos de los medios, sin olvidar el asunto " 24 horas" de TVE, empiezan a ser patéticos y, yo diría, que hasta contraproducentes con lo que pretenden. 

¿Realmente no se les cae la cara de vergüenza de hablar de "el caso Errejón"?
¿Realmente no merece consideración por parte de sus editorialistas que, antes de cocina, PODEMOS sea la organización que tiene mayor intención de voto directo? 
¿Se demuestra con estos datos que las encuestas sólo sirven como elementos de propaganda, aparte de darle de comer a los encuestadores? 

viernes, 21 de noviembre de 2014

LA COLUMNA

Cuadros de una exposición

JUAN CAÑAVATE | 

COMO un capítulo más de la historia de esa transición tan denostada hoy, y allá por los ochenta, cuando parecía que todo iba a ser eterno y que no había retorno, comenzó en este país una historia de amor correspondida entre el arte y el poder que, según cuentan algunos, empieza a dar signos evidentes de que las cosas ya no van bien.

Eran aquellos años de abundancia para todos y artistas, galeristas, comisarios, críticos, directores de reinas y de reinos y políticos de la cosa, sellaron un buen acuerdo, que consistía, más o menos, en que los artistas criticaban al gobierno, no demasiado, claro y sin maldad ninguna, y los gobiernos pagaban y los demás aplaudían y tomaban canapés de salmón que, por supuesto, también pagaban los gobiernos. Y tan ardiente fue la cosa y tanto se arrobaron unos en los otros, que, ofuscados, fueron olvidándose del público, simple figurante de algunas inauguraciones que necesitaban bulto, y hasta por olvidarse, se olvidaron de artistas importantes que no entraron al trapo de aquel amor loco, quizás porque aún intentaban pintar cuadros y no hacer instalaciones imposibles de vídeos y ruidillos que tan de moda estaban entre los neoconceptuales de la época, altivos y algo estupidillos, que acabaron por quedarse solos


en medio de la fiesta.

Con la crisis, parece que la barca del amor se ha roto, por fin, contra el oleaje de la vida cotidiana y, cercados en su soledad, unos intentan volver a los jardines de sus paraísos perdidos y otros pedir perdón, sin dimitir, claro, por sus olvidos del pasado. Y no se si vendrá a cuento, pero qué maravillosa la exposición de Carmen Laffón en el CAAC de Sevilla.

Y divagaba yo por estos andurriales inconclusos porque hace unos días me acerqué a ver, casi en soledad, la magnífica exposición que ha montado la Universidad de Granada en la Madraza y, aunque he de reconocer que la obra expuesta me llenó de un placer que hacía tiempo que no sentía, viendo una colección de obras de arte, más me llamó la atención el modelo de exposición en sí y que calificaré, si me lo permiten, de limpio, transparente y humilde…, si por humilde se entiende que los artistas busquen una comunicación de igual a igual con el publico y no obligarle a venir de casa leído y, a ser posible, con un par de tomos de Walter Benjamín bajo el brazo, y si por humilde se entiende la convivencia de artistas consagrados con otros que andan aún llegando y me van a perdonar que no cite los nombres, y si por humilde se entiende el reconocimiento del maestro que fue modelo del artista humilde. Transparente también porque así parece un lenguaje plástico que ha sabido huir del argot segregador y estulto de una casta de fatuos elegidos, y es sólo un instrumento para entenderse y para contar cosas como las cuenta el arte, con la limpieza además que necesita el arte, sin trucos de circo y de chamarileros; sólo tiempo, espacio, luz, color y cosas para contar; arte, sólo arte, qué gusto.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Jardín japonés


HUBO un tiempo en que soñábamos con jardines japoneses mientras memorizábamos aquellos nombres de exóticas resonancias y de bellezas lejanas; Kamakura, Muromachi, Momoyama... que Miguel Ángel Revilla, profesor de prácticas de artes decorativas en la Facultad de Letras, manejaba con la serenidad del loto y con la familiaridad del que ha pasado su vida tomando te sobre una mesa de verde celadón entre Tokio y Kanawaga, ¿la ciudad de la ola, recuerdan? Aprendimos, algunos, que la realidad de los jardines japoneses se contempla desde el alma o desde el pensamiento para los más agnósticos, y que suelen ser de arena y piedra y silenciosos o, como mucho, alterados por el rumor del agua o de la brisa entre el bambú, para buscar un precario equilibrio en el espíritu, en el pensamiento íntimo del que lo contempla, del que lo recrea, del que lo medita hacia dentro a través de un duro ejercicio de adiestramiento Zen o con la serenidad del que ha llegado al final del deseo y ha vuelto. Sin alguien que lo piense, aprendimos, el jardín japonés no es nada más un anodino repertorio de arena y piedra, una foto hueca en un decorativo almanaque. 

Por eso a muchos, nos resultó muy sorprendente que, después de mucho tiempo, el Ayuntamiento de Granada y sus afines ideológicos o culturales orquestaran una campaña de desprestigio del equipo que construyó el parque del Cuarto Real de Santo Domingo, acusándolos de que habían construido un "jardín japonés" y que eso no pegaba en Granada. 

A pesar de que el jardín lo era de láminas de agua como las de la Alhambra, de plantas aromáticas como las del Mediterráneo, de olivos como los de la campiña y de acacias de Constantinopla, todo, como ustedes podrán comprobar, muy japonés. Aunque eso sí, en lugar de empedrados granadinos, había plataformas de madera y alguna pradera de césped, que bien pudieran ser interpretados por los ilustrados munícipes populares como señales inequívocas de japonismo. 

Hace poco, y con la excusa de realizar algunos arreglos, el equipo de gobierno ha amagado una segunda embestida para destruir el jardín convencido aún de que entre aquellos parterres de tomillo y romero se esconde algo perverso, ya saben, ese "arte degenerado" que tan nervioso puso y parece que sigue poniendo a algunos. 

Y ha resultado además que, casi coincidiendo en las fechas del intento, el Patronato de la Alhambra en colaboración con la Casa Encendida de Madrid, ha montado en el palacio de Carlos V una magnífica exposición dedicada al jardín japonés y a uno de sus creadores tras el período Meiji, Mirei Shigemori, y la ha montado atendiendo además al impacto que ese singular fenómeno ha tenido en artistas de oriente y de occidente. Y como estas líneas que escribo tienen su límite, no diré más; si no han ido aún, no se la pierdan. No se lo perdonarían nunca.

viernes, 24 de octubre de 2014

Pedro Garciarias

JUAN CAÑAVATE 
LAS ciudades sin arte sobreviven en un verano eterno; duermen en el calor de agosto y se encierran en la penumbra tras las celosías, arrastrando, aun sin querer, una dudosa reputación de tedio, racanería y maledicencia que solo combaten con una enfermiza melancolía. Por eso a las ciudades les viene bien el arte y llenar sus calles y sus gentes de historias de lienzo o de papel de las que cuentan los artistas. Historias que, como los primeros fríos, limpian el sudor pegajoso de las plazas calladas y despiertan de nuevo los matices vivos del color de otoño que no son más que recuerdos de otros otoños, hasta que caemos en la cuenta de que no fue sino en uno o en muchos cuadros, donde alguien fue pintando cada una de las estaciones de nuestra memoria. Y descubrimos de pronto que hay cielos porque los pintó Tiziano o bosques porque los soñó Geinsborough o paisajes de tormenta porque a Turner se le ocurrió que debía haberlos. Como sabemos que existen los azules porque Ives Klein pintó de azul una esfera a la que llamó tierra o los rojos vibrantes porque Van Gogh dejó caer un cobertor sobre la cama en su habitación de Arlés. Decir que el arte reinventa la realidad es un lugar común, pero se queda corto; el arte crea la realidad, aunque los críticos de arte tuvieron que llegar al expresionismo abstracto para darse cuenta de algo que los artistas, como Munch, llevaban tiempo gritando desde la soledad de un lienzo. 

Por eso me gustan tanto los expresionistas, porque son como ejemplos ilustrados en una clase de teoría del arte en la que se ha llegado al último capítulo del primer tomo y, por eso me gustan tanto los expresionistas abstractos como Rothko y Motherwell y Pollock y Guerrero, el granadino del club de la Betty Parson Gallery de Nueva York que encandilaba a los críticos de la gran manzana con su manejo del color y que hace unos días inauguraba una exposición con el gris oficial que la trementina de lo cotidiano diluye en apenas unos días devolviéndole su luz original. 

Y es que en un cuadro puede haber muchas cosas; flores, pájaros, batallas y hasta señoras desnudas, puede haber también formas inconcretas, sin referencias a nada, y hasta puntos y líneas sobre un plano, pero sobre todo hay color que es lo que le da la vida. Sin color no hay vida y por eso Picasso pinto el Guernika, un cuadro de muerte, sin color, y esta historia no me la he inventado yo. 

Y hablando de color, hace unos días, en la sala Zaida, inauguró una exposición un artista, Pedro Garciarias, que lleva regalándonos sus obras desde hace ya bastantes años en Granada. Tantos como para dedicar este trabajo a una de las primeras galerías de la ciudad comprometidas con el arte contemporáneo, allá por el final de los setenta; Laguada y a su director, ya fallecido, Frasco Morales. Galería en la que por cierto, siendo estudiante, tuve el inmenso y emocionante placer, de conocer a José Guerrero hace ya bastantes años. 

Y quizás porque de vez en cuando conviene hacer memoria, Garciarias ha colgado una colección, inspirada en otra que allí colgó por los ochenta, y que recrea el paisaje de la Alpujarra como una especie de excusa para hacer un recorrido vital a través del lenguaje del color. Viaja, reflexivo y sistemático, desde unos tonos llenos de fuerza expresiva, vibrantes y sonoros, casi gritos de color, hasta un discurso tranquilo y sereno, casi Zen, de frases cromáticas, casi arpegios, seductoras y convincentes. Recorre paisajes que nacen en la más auténtica tradición abstracta, pero que no se ha detenido en la complacencia ensimismada de un informalismo que hoy no tendría ningún sentido y, al contrario de otros que bebieron en las mismas fuentes, ha sacado su mirada a pasear entre colinas, atardeceres, bóvedas marinas, agua y nieve… para aprender que el mundo sigue andando. 

Y es que si les he hablado antes del otoño quizás debieran contemplar los colores con los que Garciarias lo ha creado para saber realmente lo que significa y si no les he hablado del amarillo antes, es porque no podría después de contemplar algunos de sus cuadros.

Cuarto real

Llevo un buen rato dando vueltas sobre  entrar o no  al trapo de la noticia que hoy publica el diario Ideal de Granada, del grupo Vocento, es decir el mismo grupo que el ABC, sobre la propuesta del ayuntamiento de Granada para arreglar los jardines del Cuarto Real de Santo Domingo, espacio, por si alguno no lo sabe, declarado Bien de Interés Cultural.

La noticia en distintas páginas viene a decir que la junta de Andalucía ha tardado más de un año en dar un permiso para arreglar y unos listones de madera y alguna cosilla más.




Esos jardines son el resultado de un proyecto ganador de un concurso que, convocado por el equipo municipal anterior a la llegada del Sr. Torres Hurtado del PP al gobierno municipal, ganó un equipo de arquitectos formado por  Eduardo Jiménez Artacho y Yolanda Brasso

El proyecto denostado ampliamente por el actual equipo del PP y calificado despectivamente como "jardín japonés" ajeno a las tradiciones granadinas, está justamente considerado por profesionales ajenos a ese concepto tradicionalista y provinciano de la arquitectura, como una pieza de especial relevancia en la ciudad.

Desgraciadamente no era del gusto del alcalde y de su equipo, demasiado moderno para sus votantes y, nada más ganar las elecciones, el espacio mereció el más absoluto de los abandonos por orden expresa de los concejales del ramo que, en la medida en que pudieron, echaron una mano en su deterioro.

Pasados algunos años, el "jardín japonés" hizo evidente los signos de ese abandonó, lo que permitió
que el ayuntamiento pudiese actuar ya en él con un proyecto destinado a su "arreglo y mantenimiento", a cambiar las luces, como dice la noticia de Vocento.

El proyecto del nuevo equipo pasaba por, simplemente, destruir el proyecto original sustituyendo maderas, metales, cesped, agua, ...por suelos de hormigón y tierra y modificando el mobiliario urbano del parque-jardín por farolas tradicionales gusto PP.

La delegación de cultura recordó al ayuntamiento que el jardín era un BIC por lo que el proyecto debía contar con el acuerdo de la Comisión de Patrimonio Histórico.
Y el ayuntamiento tardó meses y meses y meses en elaborar una propuesta que no existía y que respetase el proyecto original de Ferrater, Artacho  y Brassa.

Finalmente el proyecto se aprobó, pero Vocento, el Ideal, tenía como siempre que dar su versión de la noticia y echarle una mano , y perdonen la redundancia, a esa mano que

tanto le da de comer.

viernes, 10 de octubre de 2014

RISAS

Risas

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 10.10.2014 - 01:00
RECONOZCO que ahora me cuesta un poco más reírme, y no es exactamente que no pueda, sino solo que me cuesta más y que no me suele asaltar la risa con la facilidad con que lo hacía antes, que en cualquier momento se me venía encima con el descaro franco y familiar de quien sabe que será mil veces bienvenido. Ahora me rio un poco menos y como crecí convencido de sus virtudes terapéuticas, ya saben; "...me río porque la risa es salud, lanza de mi poderío, coraza de mi virtud,...", he decidido visitar a mi siquiatra de cabecera que, por cierto, sigue sin dejarme utilizar el famoso diván desde que le conté que por las noches duermo mal. Me ha dicho que por muy preocupante que sea el asunto de la risa, no sólo me ocurre a mí, que tampoco ella se ríe demasiado en estos últimos tiempos y que, en realidad, es una extraña epidemia que se ha extendido por la ciudad de una forma un tanto caprichosa; hay quienes incluso se ríen más que antes, a pesar de que haya muchos que, como yo, riamos bastante menos. Hasta la fecha, dice, no sólo no hay ningún virus identificado como responsable del asunto, sino que tampoco hay tratamiento que no haya ido más allá de algún experimento chapucero de dudosa eficacia. Simplemente es así; la gente cada día se ríe menos. 

Dice también que, consultado el problema con colegas de otras ciudades cercanas y lejanas y, al margen de constatar que viene a ser un fenómeno extendido, sólo han encontrado una teoría explicativa más o menos coherente del investigador ruso-argentino de la Universidad de Tel Aviv, Shlomo Zimmerman. 

A este sicosociólogo le llamó la atención que, durante los últimos bombardeos de Gaza, cuanto menos se reían los palestinos, más se reían los israelíes, y tras esta lúcida observación, que como todos ustedes saben, es la primera fase de un proceso científico, se dedicó a repetir el experimento manteniendo o variando ligeramente las condiciones en las que lo desarrollaba, confirmando que la risa, en general, también tiene su karma y que cuanto más jodidos van unos, más se ríen otros. 

En situaciones normales este desequilibrio suele pasar más o menos desapercibido, pero cuando alguien abusa se nota, y mucho. 

En España el abuso es tan grande que una insultante y poco disimulada carcajada  nos está dejando sin risa a los demás. Lo único que nos puede salvar es que la carcajada es de fácil localización. Se ríen hasta el descojone, por ejemplo, los de Bankia y Caja Madrid con las tarjetas, se ríen los negociantes de la sanidad privada frente al ébola y los de las eléctricas frente a las facturas, los miembros del gobierno y muchos más ríen y ríen y, por eso, los demás cada vez reímos menos.

viernes, 26 de septiembre de 2014

LA COLUMNA

Sonados

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 26.09.2014 - 01:00
MÁS que el golpe único, contundente y sonoro, dicen, los que de esto entienden, que suelen ser los repetidos una y otra vez, los que van dañando el cerebro hasta dejar a los boxeadores sonados; un estado de consciencia aturdida que provoca en el sujeto que la sufre una respuesta torpe a los estímulos externos. 

A mi, desde hace algún tiempo, me da la impresión de que así anda la izquierda española, como sonada y más, repito, de la multitud de golpes recibidos en estos últimos tiempos, que de uno sólo y certero que la haya tumbado en la lona. De hecho, aún sigue ahí, recibiendo, aunque empiece a dar muestras de poca capacidad de resistir un par de asaltos más. 

También tengo la impresión de que es posible que, cuando yo me refiero a la izquierda, ustedes no tengan muy claro de lo que hablo, cosa normal en un rostro, otrora firme, que hoy presenta los rasgos deformados, irreconocibles por los golpes, y también, claro está, por el seísmo que ha supuesto en sus señas de identidad la aparición de Podemos. Por aclarar el término, les diré que cuando me refiero a la izquierda, lo hago a la que nació de la transición española, PSOE y PCE, para entendernos, y también para entendernos, me permitirán que no divague en los matices que separan a la IU de hoy, del PCE de ayer. 

Sonados me parecen y dando tumbos y hasta puñetazos que nadie sabe hacia dónde se dirigen y que no terminan de acertar y la verdad es que el PSOE, no lo tenía tan difícil; bastaba con reordenar una organización que arrastra todos los vicios de su relación con el poder desde los ochenta, cambiar de caras y reafirmar sus principios ideológicos con los que siempre se han identificado sus votantes. 

¿A qué viene entonces esta demostración de golpes erráticos de boxeador sonado? ¿A qué esas prisas por alejarse de Podemos o por defender la unidad de España? ¿A qué esa acusación de populismo por parte de un partido que ha jugado más de una vez a la llamada a sus descamisados? Es cierto que Podemos necesita reordenar sus perfiles ideológicos, pero ¿no sería conveniente esperar a ver los resultados de ese proceso? 

El problema es que a IU le viene a pasar algo parecido y si el PSOE improvisa huyendo de Podemos, IU también lo hace echándose en sus brazos y la verdad es que también lo tiene fácil; quizás recuperar resuello y sentarse en la esquina, hasta que suene el gong, para reflexionar sobre algunos errores cometidos y sobre todo, mirarse en un espejo y reconocer que IU no es un organismo sin pasado, que también es heredera y responsable de la transición y que ha gobernado y gobierna en muchos sitios. ¿A qué entonces ese lío que se trae? 

En fin, ya digo, algo sonados.

jueves, 31 de julio de 2014


No hay como volver de un viaje. Experimentar la engañosa sensación de la desconexión, para encontrar de nuevo a la ciudad en toda su realidad, en toda su dimensión.
El debate en Granada viene a ser, cómo no, otra estatua, otro intento, posiblemente, sin duda con éxito, de hacer la ciudad un poco más chica, un poco más cateta, un poco más miserable y provinciana en esa obsesión que acompaña a unos y a otros porque las calles y las plazas de esta ciudad, en otro tiempo, hermosa, se parezca cada vez al saloncito de su casa. Cada calle como un pasillo umbrío de cortinajes rancios y bodegones viejos, cada plaza, un recibidor de otro mundo y de otro tiempo, con paredes cargadas de platos de cerámica, recuerdo de viajes tristes;  al Escorial, a la cruz de los caídos o a la Manga del Mar Menor. Aquella vieja España tan de hoy.

Mientras, el mundo, a muy pocos kilómetros de aquí, tan cerca como Málaga o Sevilla, por no decir Londres o París, avanza rápido alejándose cada vez más de este vetusto pueblo cada día más olvidado.

Qué equivocado estaba Lorca cuando decía que Granada tenía la peor burguesía del mundo. Lo cierto es que Granada no ha visto un burgués si no ha sido porque estuviese de turista por aquí.

En el British hay un pequeño cuadro de Carrington, una pintora del grupo de Blomsbury que se recorrió la Alpujarra con Brenan y sus amigos cuando andaba por Yegen.

El cuadro se titula vista de Sierra Nevada y no es demasiado bueno, la verdad, pero le recuerda a uno que Granada no ha dejado de ser eso, una vista pintoresca para turistas aburridos.


  

viernes, 25 de abril de 2014

Campos de Níjar


Campos de Níjar


CUANDO leí Campos de Níjar, allá por los setenta, me quedó en la memoria y hasta en el paladar una confusa sensación amarga, como si aquella novelilla guardara entre sus páginas un sutil hedor apenas disimulado en el perfume al uso de la pretenciosa gauche divine que, por aquel entonces y casi siempre, solía sonreír autosuficiente y distante, tras los vidrios de unas gafas de sol o del vaso de un gin tonic que, para el caso, venía a ser lo mismo. Más o menos, lo contrario de lo que destilaba Brenan en sus historias de las Alpujarras por aquellos mismos años o, incluso de lo que aún se huele en la tierna historia de Entre limones de Chris Stewart. Y es que Goytisolo miraba hacia el sur, sin perdón y con una especie de rencor inconfesable por compartir patria con aquel duro paisanaje y con aquellos áridos paisajes que tan bien conocía yo por aquellos años. Por eso no me gustaba Goytisolo cuando leía Campos de Níjar, allá por setenta, mientras atravesaba una y otra vez, las salinas de Roquetas, las playas de Aguadulce o de Rodalquilar o las calles de Mojácar… mientras iba y venía desde Granada hasta Almería, por esa costa intensa y hermosa para coger el Ferry, camino de mi casa, y ya empezaba a doler, con una incierta melancolía del futuro, la mirada altiva con que nos contemplaban los que siempre vieron en nosotros la marca de Caín.

Y no creo que fuera por Goytisolo pero, con el tiempo, aquellos campos de Níjar se pusieron de moda y desde Madrid, empezaron a bajar a las playas exóticas y desiertas de Almería ojeadores ávidos de aventura en busca de la presa y ya, con más tiempo, comenzaron a comprar algún cortijo, alguna casa en medio de aquellas calas de aguas tranquilas y transparentes a salvo del levante y a salvo de la insoportable muchedumbre de Benidorm que ya poco remedio tenía. Y rompiendo el secreto que tan bien guardaba el paraíso, se lo contaron entre ellos tantas veces que se acabaron las casas por comprar y subieron los precios hasta que los vecinos vendieron las que fueron de sus padres a esos nuevos colonos que ya venían todos los veranos y hasta los puentes largos. Y casi sin darse cuenta, los pueblos se hicieron masas vociferantes en verano y se fueron vaciando el resto del año y fueron cerrando los supermercados y las ferreterías y hasta la farmacia de Aguamarga cerró un día que descubrió que ya no había nadie en invierno que pudiese comprar una aspirina, sólo madrileños en verano, que no suele ser tiempo de aspirinas. Y hasta los dueños de los bares que un día soñaron con el turismo para hacerse ricos, abren ahora tres o cuatro meses al año y el resto descansan y meditan sobre este cuento que es todo, menos ficción.


Leer más:  Campos de Níjar  http://www.granadahoy.com/article/opinion/1758655/campos/nijar.html#sSf3nZgONv6F56yb
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viernes, 11 de abril de 2014

Pusilánimes y melancólicos

Pusilánimes y melancólicos


  • AUNQUE pueda parecer que me lo invento, les prometo, por la santa Constitución de 1812, que hace algún tiempo tuve la oportunidad de escuchar a un respetable vecino cuando, ante el supuesto atropello de un funcionario local, advertía más que amenazaba con la posible respuesta airada de su hijo: -no crea usted, decía, que mi hijo va a dejar esto pasar, sepa usted, que mi hijo es muy pusilánime y no se deja avasallar sin dar la respuesta que se merecen los abusos y la arbitrariedad de los poderosos. Se va a enterar el alcalde, insistía, de lo pusilánime que es mi hijo. 

Y también es verdad, aunque tenga que prometer esta vez por la Constitución de 1837, que cuando le contaba esta historia a un amigo, sin terminar de poner en pie el significado oculto del adjetivo, me respondía mi amigo con el siempre desagradable "y yo más" y me contaba, prometiendo por la Constitución de 1845, que conocía a un tipo que afirmaba con rotundidad que el gran problema que tenía España era que estaba llena de melancólicos que intentaban que todo fuera mal para, con esa excusa, estrujar a los humildes y aunque nunca explicaba lo que para él significaba el término melancólico, sí juraba por la Constitución de 1869, que acabando con los melancólicos se acababa con el problema de España, que no tenía su causa en la manta de sinvergüenzas que la gobernaban, sino en la innegable realidad de su melancolía. Total que mi amigo y un servidor, a pesar de echar mano del extenso articulado de la Constitución de 1876, de la del 1931 e incluso de los proyectos de 1852, 1873 o de 1929 llegamos a la conclusión de que aquí, más que un problema de Constituciones, hay un problema con el lenguaje y que no suele coincidir lo que las palabras quieren decir con lo que el personal entiende que dicen las palabras. Lo digo porque Rajoy, a estas alturas, no sé si quiere promover un cambio de la Constitución para que todos estemos un poco más cómodos, algo de lo que este país tiene costumbre o, por el contrario, promover un congreso de semántica para que nos entendamos todos un poco mejor. 

O, al menos, que el ministro progre del gobierno publique un diccionario Gallardón-español y así sabríamos lo que realmente quiere decir cuando propone leyes y si habla de justicia universal, entenderíamos que en realidad lo que quiere es acabar con ella y que los criminales de fuera de nuestras fronteras se froten las manos satisfechos o si habla del aborto, entenderíamos que no es para que las mujeres ejerzan su dignidad de ciudadanas libres, sino para que esos seres frívolos e irresponsables queden, como dios manda, bajo el control de un cura o un siquiatra. Y es que este ministro de dios no se sabe si es más pusilánime que melancólico.


lunes, 31 de marzo de 2014

Por qué un nuevo Plan Especial del Albaicín

La urgencia de un nuevo plan


HAY quien piensa que la gran debilidad que tiene la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía es, más que nada, un pequeño descuido; el de olvidar en su disposición derogatoria la obligación de adaptarse a la nueva Ley de los Planes de Protección anteriores a su promulgación.

Este detalle, que pudiera parecer un tecnicismo sin mayor importancia, acaba por convertirse en un problema con una precisa repercusión en la protección patrimonial de los Conjuntos Históricos que disponen de un Plan aprobado con la antigua Ley.

En Granada en concreto, el caso del Albaicín y de su Plan es un claro ejemplo de las consecuencias de ese descuido derogatorio de los legisladores.

Mucha gente ha conocido a través de los medios de comunicación que ese Plan Especial que pretende defender al barrio de los peligros que acechan a su patrimonio es del año 1991 y también se ha enterado mucha gente de que el Ayuntamiento de la ciudad, después de llevar trabajando unos años en la revisión del mismo, ha decidido ahora renunciar a su renovación y seguir utilizando el que ya existe. Y es posible incluso que mucha gente se haga la pregunta de que si ya existe un Plan y el Plan es legal, ¿dónde está el problema?

Al margen del eterno recurso del Ayuntamiento de Granada a la confrontación con la Junta de Andalucía, que tanto réditos electorales le proporciona y en el que, si me lo permiten, no voy a entrar, sí que me parece urgente reflexionar ante las consecuencias que la renuncia expresada a continuar con la tramitación, pueden tener sobre este barrio al que el alcalde, desde el principio de su mandato, no ha prestado más atención que la que le era sugerida por los empresarios de la hostelería, ubicados, curiosamente, fuera del barrio.

La verdad es que las opiniones expresadas hasta la fecha con respecto a lo que pudiera pasar, son algo apocalípticas en algunos aspectos y bastantes acertadas en otros. Por ejemplo, la construcción de la Torre Pelli en Sevilla y el papel que la Unesco ha jugado en el proceso evidencia que para salir de la lista de Patrimonio de la Humanidad, tendríamos, poco menos, que matar a la señora Irina Bokova, directora general de la Organización y que algo tan "administrativo" como la aprobación del Pepri Albaicín no va a ocupar ni una casilla de la agenda de la Unesco.

Tampoco es verdad que dejen de llegar subvenciones porque no exista Plan, de todos modos no iban a llegar y tampoco es verdad que se pierdan inversiones porque no se apruebe el Plan. Un Plan especial contempla un presupuesto de los proyectos planteados para su ejecución, pero no garantiza la financiación del mismo, simplemente plantea lo que costaría hacerlos.

Tampoco es verdad que se paralicen la actividad constructiva, de hecho, se podrán seguir concediendo licencias a los promotores como se han estado concediendo en estos últimos años de vigencia y esas licencias tendrán el carácter protector que hasta ahora han tenido por lo que, al menos en cuanto a los peligros al patrimonio que se detectaron en el año 1991, no hay ningún problema y todos podremos estar tranquilos.

El problema está precisamente en que los peligros que acechan al barrio en la actualidad puede que no sean los mismos que le acechaban en el año 1991 y que esos peligros nuevos incluso pueden ser mucho más agresivos y dañinos contra el patrimonio que los de aquella época.

La propia Unesco descubrió hace no demasiado tiempo que uno de los mayores peligros que existen en la actualidad para los lugares patrimonio de la humanidad era su propia declaración que generaba un efecto llamada especialmente nocivo para su preservación. Ese efecto llamada se rentabilizaba económicamente en una industria que todos entendemos como fundamental en una ciudad como Granada, el turismo. Y esa gran industria no ocupa un gran parque industrial o un polígono tecnológico, sino que tiene montado el taller, por así decirlo, en un espacio tan delicado como es el espacio protegido de un Conjunto Histórico.

Esos nuevos peligros que genera una forma inadecuada de explotación de esa actividad económica que se abre en diferentes posibilidades; desequilibrio en la prestación de los servicios básicos de basura, limpieza, etc, cambios de uso de residencial a hostelero, uso y abuso de espacios públicos por negocios, contaminación visual o acústica, modificación o destrucción del caserío para su adaptación a hoteles o bares, fricciones con los residentes, carga y descarga de turistas en lugares complejos, planes de movilidad y tráfico adaptados a la explotación turística, y algunos o muchos más, son los que hacen necesaria de forma perentoria la revisión del antiguo Plan y su adaptación a la nueva Ley.

Estos nuevos peligros tiene además una capacidad destructiva que no tenían los antiguos. Entre otras cosas, porque la crisis de la actividad inmobiliaria tradicional ha reconducido la especulación hacia estos recursos que corren el riesgo inmediato de su agotamiento y destrucción.

Sólo esa posibilidad, y no la visión corta de miras de satisfacer los intereses inmediatos del negocio de la hostelería, debería ser suficiente para que el Ayuntamiento de Granada redoblara sus esfuerzos para proteger el barrio histórico y a sus habitantes.



viernes, 28 de marzo de 2014

LA SOLEDAD DEL PRESIDENTE

La soledad del presidente

ANDO desde hace días intentando saltarme la obligación de hablar del ex presidente Suarez. Pero la verdad es que me asaltan tantos recuerdos, que se me hace cuesta arriba y mientras paso canales en el dial o las páginas de los periódicos con la premura que provoca tanta monserga canalla, me sigue sabiendo mal no dedicarle unas palabras. En tanto me decido, les oigo hablar, a ellos y a ellas, con el vacío que les caracteriza, y pienso que no hablan de Suárez, sino de ellos mismos, mientras componen esa absurda pose de hombres y mujeres de Estado, de estado líquido o más bien gaseoso que eso es lo que a mí se me parecen; globitos de colores sin memoria, sin pasado y sin futuro. Y sólo me sacude la modorra, entre tanto homenaje hueco y escena costumbrista de duelo, constatar -que no descubrir- el nivel de cinismo de algunos de nuestros ilustres personajes alabando al hombre al que anduvieron buscándole las vueltas y las esquinas para ver por dónde meterle y descubrir, ellos sí, con enorme satisfacción, que los ex también sangraban. Menuda panda. ¿O es que no y ando exagerando? ¿o es que todos hemos perdido la memoria como el pobre presidente?

Ya digo que todo me sabe a recuerdo en esta historia y será como una broma del destino que la memoria no me falle pensando en un hombre que se quedó sin ella. Y recuerdo de Suárez, sobre todo, su valentía. No ante los militares golpistas, que ante esos no es difícil ser valiente si se tiene dignidad, sino ante la soledad en que le dejaron todos, cuando quedó bastante claro que nadie, absolutamente nadie iba a ser leal con él ni tenía intención de acompañarle por el camino de vuelta del silencio. Y es que hasta la soledad se lleva mejor en compañía.

La derecha, la misma que hoy gobierna, por cierto, no es que lo dejase solo, es que practicó con él esa suerte de rejones a la que tanto gusto saca, y la otra derecha, la del diálogo y la libertad, la que Suárez pensó que existía en España, la del "centro", tardó poco en huir, abriéndose a codazos un hueco entre las prietas y magras filas de la Alianza Popular de Fraga, que fue engordando a base de deslealtad y traición hasta convertirse en el PP de todos ellos.

Ahora, entre los elogios, cantan a coro que Suárez trajo la democracia a España, aunque todos sepamos que eso no es más que una mentira piadosa o una mentira de Estado, que son las que se dicen para ocultar la vergüenza de reconocer que fueron otros los que guiaron nuestro destino. A Suárez sólo le tocó estar en medio de aquel lío, que no es poco y estuvo bien en aquel trance. Bien y solo, tremendamente solo.



viernes, 14 de marzo de 2014

CARNAVAL



Carnaval



Aunque hay quien dice, y hasta puede que sea verdad, que en Río de Janeiro y hasta en Venecia, hay otro carnaval, lo cierto es que yo cuando oigo hablar de Carnaval sólo pienso en Cádiz. Y es que Cádiz, pero Cádiz, Cádiz, es mucho Cádiz, aunque le cueste en ocasiones arrastrar el lastre de su propio mito que, demasiadas veces, sacrifica el inmenso horizonte azul de su bahia por un lacrimógeno victimismo que es más de Cádiz que la plaza del tío la Tiza o la Caleta misma. Pero es que así es Cádiz y en Cadiz, ya se sabe, hay que mamar. Y les ruego que perdonen ustedes la literalidad de la expresión, pero es  que esa frase, que matiza su ordinariez cuando se dice en Cádiz, como muchas otras que mejor no enumero pero que a todo el mundo les suena, es una mezcla perfecta de  sabiduría fenicia, digna de los famosos sarcófagos de su museo, y del sentimiento de impotencia  que arrastra una ciudad que lleva batiendo record con las cifras del paro desde los tiempos de los mismos fenicios, de los sarcófagos y de sus muertos, como viene rezando el estribillo de una famosa chirigota.
En Cádiz, todo el mundo lo sabe, hay que mamar y si algo hay que reconocerle a los gaditanos, es que hayan llegado a esa sabia conclusión mucho antes que otros, no sólo del resto de Andalucía, sino de toda España o incluso del mundo entero donde, queramos o no, también tenemos nuestra ración de resignación mamonil.
Si uno piensa, por ejemplo, en la banca y en cómo la trata el gobierno, es fácil que concluya que, en efecto, y como en Cádiz, aquí hay que mamar. Pero si piensa, por el contrario, en el turismo destructivo de nuestras playas y de nuestros centros históricos y cómo se ha modificado la Ley de costas para seguir destruyendo las poquitas  playas que quedan, pues concluye igualmente en eso, que a mamar. Si piensa  en el nivel de laicicidad de este Estado y en cómo la iglesia católica con el más integrista de sus jefes, el señor Rouco, ha acabado por presidir el acto de homenaje de las víctimas de otros integristas en pleno siglo XXI, pues ya saben que hay que hacer lo que hay que hacer y hasta buscarle el gusto, y si uno piensa en las tarifas eléctricas, o en las pensiones o en la jubilación o en los sueldos, los nuestros y los de los accionistas de bancos y monopolios, o que hayan tenido que pasar cincuenta años para que alguien piense en quitar los símbolos franquistas y si uno sigue engrosando la lista de desatinos que, para qué vamos a seguir, pues que parece que sí;  que  toda España es Cádiz, y en Cádiz, desde hace años, si hay que mamar, se mama.
Juan Cañavate