Carnaval
Aunque hay quien dice, y hasta puede que sea verdad, que en
Río de Janeiro y hasta en Venecia, hay otro carnaval, lo cierto es que yo
cuando oigo hablar de Carnaval sólo pienso en Cádiz. Y es que Cádiz, pero
Cádiz, Cádiz, es mucho Cádiz, aunque le cueste en ocasiones arrastrar el lastre
de su propio mito que, demasiadas veces, sacrifica el inmenso horizonte azul de
su bahia por un lacrimógeno victimismo que es más de Cádiz que la plaza del tío
la Tiza o la Caleta misma. Pero es que así es Cádiz y en Cadiz, ya se sabe, hay
que mamar. Y les ruego que perdonen ustedes la literalidad de la expresión,
pero es que esa frase, que matiza su
ordinariez cuando se dice en Cádiz, como muchas otras que mejor no enumero pero
que a todo el mundo les suena, es una mezcla perfecta de sabiduría fenicia, digna de los famosos
sarcófagos de su museo, y del sentimiento de impotencia que arrastra una ciudad que lleva batiendo
record con las cifras del paro desde los tiempos de los mismos fenicios, de los
sarcófagos y de sus muertos, como viene rezando el estribillo de una famosa
chirigota.
En Cádiz, todo el mundo lo sabe, hay que mamar y si algo hay
que reconocerle a los gaditanos, es que hayan llegado a esa sabia conclusión
mucho antes que otros, no sólo del resto de Andalucía, sino de toda España o
incluso del mundo entero donde, queramos o no, también tenemos nuestra ración
de resignación mamonil.
Si uno piensa, por ejemplo, en la banca y en cómo la trata
el gobierno, es fácil que concluya que, en efecto, y como en Cádiz, aquí hay
que mamar. Pero si piensa, por el contrario, en el turismo destructivo de
nuestras playas y de nuestros centros históricos y cómo se ha modificado la Ley
de costas para seguir destruyendo las poquitas
playas que quedan, pues concluye igualmente en eso, que a mamar. Si
piensa en el nivel de laicicidad de este
Estado y en cómo la iglesia católica con el más integrista de sus jefes, el
señor Rouco, ha acabado por presidir el acto de homenaje de las víctimas de
otros integristas en pleno siglo XXI, pues ya saben que hay que hacer lo que
hay que hacer y hasta buscarle el gusto, y si uno piensa en las tarifas eléctricas,
o en las pensiones o en la jubilación o en los sueldos, los nuestros y los de
los accionistas de bancos y monopolios, o que hayan tenido que pasar cincuenta
años para que alguien piense en quitar los símbolos franquistas y si uno sigue
engrosando la lista de desatinos que, para qué vamos a seguir, pues que parece
que sí; que toda España es Cádiz, y en Cádiz, desde hace
años, si hay que mamar, se mama.
Juan Cañavate
No hay comentarios:
Publicar un comentario