jueves, 18 de octubre de 2012

EL ESCÁNDALO DEL CHINO


LA COLUMNA

El escándalo del chino

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 19.10.2012 - 01:00

EL chino como era chino y no sabía de letras..." cantaba la bulería de Chano y adivinaba el de Cádiz, en la distancia y en el tiempo, que iba a aprenderse la letra un chino que se llama Gachó Pin o algo así y que como no sabía de leyes, le iba a preguntar a los colegas españoles que cómo era eso de hacerse rico aquí en España. Y los asesores españoles le explicaron muy despacito, medio en español y medio en mandarín, que aquí, para hacerte rico, lo mejor es no pagar a hacienda, vamos, más o menos como cualquier banquero de postín con cuentas en Las Caimán o cualquier inversor de apellido ilustre y hasta los ojos de SICAVs. Y no es cosa, por eso, que cause escándalo entre la ciudadanía, que el chino rico, enjuto y ajamonado, se dedique a defraudar a hacienda, como tampoco lo es que haya un concejal socialista metido en la trama. ¿A quién le puede escandalizar que haya un concejal corrupto? O que el chino se dedique al arte contemporáneo, uno de los mercados más selectos y oscuros que hay en nuestro país con políticos, clientes y mercaderes finos, finísimos y turbios, turbísimos, que cualquiera les dice nada a los ilustres curators que se pasan el día paseando reyes y reinas por salas llenas de monitores de vídeo con ruido y con el código de buenas prácticas que se inventó aquella ministra, colgado del pescuezo y gastándose una pasta, a ser posible pública, dándose viajecitos a Tokio o Nueva York que, para estar al día, hay que viajar mucho, -ya te digo-.

Y es lo malo que empieza tener esto, que nadie se escandaliza ya de nada, ni del chino, ni del socialista presuntamente corrupto o presuntamente socialista, ni del pasteleo del arte contemporáneo ni de nada, porque esta tierra nuestra, como Jerusalén, está fundada sobre unos cimientos de morro y desvergüenza que no hay quien derribe y si el chino nos pusiera los ojos como platos, que no nos pondría el Wert, que a mayor sandez que diga, más se habla de él y menos de lo que hay que hablar, y que parece que más se dedica al despiste que a llevar adelante un Ministerio que parece una teleserie de Canal Sur.

Y no sé si la culpa la tendría Raphael, cuando para que le rimase aquella cancioncilla, cambió el acento y en lugar de escándalo, decía el hombre, escandaló, y viendo que colaba y nadie decía ni mú, lo intenta Rajoy pidiendo el segundo rescate de la banca española después de las elecciones gallegas, como hizo sacando los presupuestos después de las andaluzas, que fue un auténtico escandaló o Feijóo maquillando las cuentas en Galicia o el Mas que, después de la gestión pública más peregrina y nefasta que Cataluña conoce, se ha sacado lo de la independencia de la chistera, o los dirigentes del PSOE en Madrid que a pesar de ir cuesta abajo y sin frenos, siguen desaparecidos en combate y sin comprarse la brújula. Escandaló, es un escandaló

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