miércoles, 23 de febrero de 2011

Hace un par de años, quizás tres, los Estados Unidos se encontraron con una de las situaciones más duras por las que puede pasar un país.
Recién salían de uno de los gobiernos más autoritarios, fascista y hasta ridículo de la historia contemporánea, el de Bush. Además habían debilitado los recursos del país hasta el extremo de que un maremoto provocó un colapso del Estado desconocido hasta la fecha en un país moderno. La crisis financiera provocada por la falta de controles de la administración a los mecanismos especulativos se había generalizado a una crisis económica de carácter estructural de dimensiones apocalípticas.
Además mantenía dos guerras de compleja solución que eran, además de una sangría de la juventud americana, un permanente expolio de los recursos públicos.
Además su imagen ante el mundo no podía ser peor.
En estos años, los Estados Unidos, si no han solucionado los problemas, han dado muestras evidentes de comprometerse en un proceso que sobre todo ha puesto encima de la mesa su capacidad de reacción, de adaptación, de cambio y de compromiso con el futuro, tanto en el orden interno, como a nivel internacional.
En cambio, Europa ha puesto cada vez más en evidencia, su mezquindad, su miseria, su anquilosamiento, su falta de iniciativa, de solidaridad, de identidad...
Ahora, tras los acontecimientos que se desarrollan  en Libia, su actitud es simplemente repugnante.
Italia ha demostrado de una forma que provoca nauseas que su compromiso sólo está con los negocios privados de su presidente y detrás de Italia, toda Europa ha jugado y juega a un cínico juego similar que lo único que esconde son matices ante el problema de nuestros vecinos.
Europa da ya una imagen decrépita, artrítica, cansada y vieja que no sirve más que para defender sus privilegios rodeando su territorio con verjas cada vez más altas.
A mí la verdad es que me da bastante asco    

1 comentario:

  1. A mi también Juan.....Pobre Europa, que ha pasado de ser una jaula dorada a ser un agujero de ratones.

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