Empezaré con la buena noticia de que, a más tardar en marzo, estará abierto el nuevo Museo Thissen de Málaga y la reflexión de que es una suerte que Málaga esté tan cerca de todas las ciudades de Andalucía. Lo digo porque en los últimos años, Málaga se ha convertido en una ciudad de obligada visita. Sobre todo, cuando también abra sus puertas el museo de bellas artes en el Palacio de Bella Vista que, además, estará en el centro de la ciudad no como el de Granada que perdió la oportunidad de trasladarse al centro cuando la Diputación le regaló a la iglesia el edificio del antiguo hospìtal de San Juan de Dios que era una propiedad pública. En fin, si Granada va cada vez más para atrás y Málaga más para adelante, la culpa no la tiene nadie más que sus respectivos ciudadanos.
La noticia mala es ese batiburrillo de intereses privados del mundo del arte contemporáneo que se ha dado cita, parece que convocados por el propio director, en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo con la idea de crear un núcleo de presión hacia la Junta de Andalucía. La idea de que las subvenciones puedan dejar de fluir les ha puesto sobre aviso.
Es triste constatar que toda esa cacareada industria cultural de la que se hablaba hace unos años, en realidad vive de la pura y dura subvención, del dinero público y que tiene además una cierta tendencia a confundir sus intereses con los de todo el mundo. Incluso esto sería lógico si luego no fueramos testigos de ostentosas inauguraciones con espléndidos caterings en los que sólo se reunen los que pertenecen al club. Un poco de humildad en estos tiempos no les vendría mal y si lo que tienen son negocios, podrían empezar aprendiendo a vivir de ellos.
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