Anoche aún tuve tiempo de asomarme al jardín e intentar desentrañar la luna llena antes de que el frío y la humedad me obligaran a volver dentro de casa y es que enero tiene una justificada vocación de recogimiento que se hace visible en las calles de la ciudad. Por fin, se hace algo de silencio y el paseo no se traduce en ir esquivando muchedumbres de turistas gritones que se atreven a hacer en la ciudad extraña lo que no harían en la suya. Es normal, nadie los conoce.
Estos días se celebra FITUR, un acontecimiento que obliga a todas las fuerzas vivas a tirarse dos días en Madrid recorriendo una y otra vez la incómoda moqueta de la Feria de Muestras intentado pelearse un poco y que le hagan alguna foto y cada día me cuesta más entender esa absurda y costosa ceremonia. ¿Qué pintan ellos allí? Diputaciones, ayuntamientos, todos saludándose en un circo que no está dirigido a ellos o ?quizás sí?
El turismo es la gran industria del pais y todo se puede y debe sacrificar por él. antes lo fue el mercado inmobiliario y también todo se sacrificó por él. Me preguntó en qué momento tendremos un sistema económico que no sea en sí un depredador.
La luna llena ocultaba anoche su cara y hay quien dice que tras ella se oculta Lilith, la diosa tenebrosa que huyó del Edén y que hizo el juramento de destruir a la humanidad o a sus hijos. Siempre Lilith terrible y destructiva, siempre detrás del brillo luminoso y seductor.
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