Vino de Chiclana
DEBIÓ ser en aquella vieja taberna de Conil donde Kiko Veneno descubrió que el vino de Chiclana sabía mejor en botellines de Cocacola que en copas de cristal de Bohemia y debió ser al oir la hermética frase "ponme un cuartillo", con la que se iniciaba el ritual del trasiego, cuando decidió hacer una canción a Joselito. Luego debió caer en la cuenta del plato de plástico con cacahuetes que, ya a media mañana, desdibujaba el suelo bajo una capa de cáscaras crujientes que sólo se barrían al empezar el día siguiente. Aquello era el pasado. Hace poco volví a pasar por la puerta de la taberna vieja y descubrí que se había convertido en un moderno gastrobar muy cool en el que dos chicas de agresiva modernidad servían un menú largo y estrecho de atún; espuma de atún, souflé de atún, virutas de atún y atún con chocolate, que es lo que tiene Cádiz. Aunque ni asomo de cacahuetes ni de vino de Chiclana ni de cuartillos de Cocacola refrescados en una nevera de lata llena de barras de hielo del que te vendían en la lonja junto a las sardinas. Todo Conil había dado un salto hacia el futuro y la vieja taberna, más que un simple salto, había dado un mortal y medio con doble tirabuzón entre plásticos tintados de innegablelook finlandés y música de Börjk.
A la vieja taberna, como si fuera un expediente trasnochado, se le dio carpetazo con la inauguración del nuevo chiringuito acorde con los tiempos modernos que corrían a ritmo de ladrillo y hormigón y es que el pasado, por aquellas fechas, sólo estaba previsto en la decoración con algún adorno mono o alguna sigilata envuelta entre metacrilatos y cristal fumé, porque el pasado frenaba el desarrollo, evitaba el crecimiento y, en fin, tenía mala prensa. Había, eso sí, algunos plastas a los que el pasado les seguía recordando playas vacías y limpias de Cádiz, calas transparentes en Almería o el vino fresquito de Chiclana metido en un botellín de Cocacola junto a un plato de cacahuetes. Cosas de plastas y no de chicos listos que piensan en futuro, que esto sí que es pensar en positivo y en dinero aunque para llegar a él hayamos tenido que ir destruyendo algunas tonterías.
Ahora, por ejemplo, el agua de las calas no es tan transparente, pero a cambio, tenemos el Algarrobico y en Bolonia o en Conil o en el Palmar, es verdad que ya no hay tantos espacios vírgenes, pero a cambio, tendremos otra urbanización en Valdevaqueros con muchos puestos de trabajo, de esos que siempre se prometen y que luego nunca llegan y, si hay suerte además y no se lo quedan en Madrid, tendremos un gigantesco puticlub en Tabernas que es otro de los espacios, más o menos vírgenes, que nos van quedando.
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