viernes, 1 de junio de 2012

MI BANCO


Mi banco

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 31.05.2012 - 01:00

SI ya sé que me estoy volviendo frívolo y que debiera andar preocupado por cosas importantes como la próxima guerra contra Inglaterra por el asunto de Gibraltar, pero la verdad es que, por más que quiera, no consigo alcanzar la indignación patriótica necesaria para envolverme en la bandera y quemarme a lo bonzo y eso que, gracias a Espe, la campeona del déficit y del despiste, a punto estuve con lo del Barça y el Athletic, pero que no, que desde que me he enterado que voy a ser dueño de un banco, no puedo pensar en otra cosa y vivo ensimismimado mi papel de banquero y hasta me he comprado un puro, aunque no fume. Y es que no sé ustedes, pero yo nunca he tenido un banco y me hace mucha ilusión. Además, que no es un banco cualquiera, sino el de Madrid, el de Valencia, el de Castellón, el de Alicante, el de Ávila y algunas provincias más gobernadas con mano firme y desde siempre por el Partido Popular, norte y guía de españoles bien nacidos y de bancos confundidos y perdidos en la niebla, como los gorilas y que gracias a prohombres populares como Rato y los que no son Rato, brillan, en estos días azarosos, como modelo de gestión eficaz, honesta y generosa. Tan generosa, que ahora, así, sin más, resulta que el banco es mío. 


Yo, la verdad es que este verano no tenía pensado comprarme un banco, ya saben, con la crisis y todo eso, lo más que tenía previsto era comprarme unas chanclas para la playa y unos pantalones cortos para el chiringuito, pero ya que las cosas han salido como han salido, pues me alegra mucho tener mi propio banco y lo primero que voy a hacer como dueño es cambiar al director, ese de nombre imposible, y nombrar a un vecino de mi barrio que está en paro y que se llama Manolo. Y no es caprichosa la decisión; que consigo así que nadie se embarulle con el nombre y que mi vecino encuentre trabajo, que va para dos años que dejó la obra o que la obra le dejó a él. 



Ya sé que me dirán que mi vecino no sabe nada de bancos y que de lo que sabe es de mezcla y de ladrillos, pero si los que sabían, ya saben, el Rato y los que no son Rato, o los que hacían esas pruebas tan estupendas para los bancos y decían que estaban todos "da buten", han dejado el banco como lo han dejado, igual mi vecino Manolo que no tiene ni idea, pero que yo lo conozco y no es un sinvergüenza, igual, digo, consigue que el banco, mi banco, no siga siendo un nido de urracas o una madriguera de ratas.

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