viernes, 22 de junio de 2012

LÁGRIMAS EN LA LLUVIA


LA COLUMNA

'Tears in the rain'

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 21.06.2012 - 01:00

CUANDO Nexus contaba en la emocionante despedida de Blade Runner que había conocido en su corta vida cosas que el género humano no podría creer -naves de ataque en llamas más allá de Orión o rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser- seguro que el mítico personaje de Ridley Scott no había tenido en cuenta, ni por asomo, la posibilidad de haber conocido a Mariano Rajoy o cualquiera de las cosas con las que cada día el gran timonel nos sorprende. Porque esos sí son increíbles momentos de la historia que se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Y haya llegado -o no- la hora de morir. 

Bien es cierto que, por hacer algo más suave su previsible perplejidad, habría que explicar a Nexus que no toda la responsabilidad o la culpa de las incoherencias de Rajoy es suya... o solamente suya. La insensata actitud de la canciller mein frau Merkel, representante de unos intereses económicos que cada vez se parecen más a los de la casa de los Harkonnen en la novela Dune de Frank Herbert, introduce tal ritmo de mambo en este remake continental de 'danzad, danzad malditos' que Rajoy no termina de hacer más que un papel secundario. Patético, eso sí, en este paseo por el amor y la muerte que llevamos recorrido en este último año. 

Empiezo a sospechar que, al igual que los replicantes de Scott o de Philip K.Dick -que es el autor de la novela en la que la película está basada-, nuestro mundo está programado con una fecha de caducidad tal y como lo conocemos hoy. Un final al que Merkel y su grupo salvaje nos conducen como quien lleva corderos al matadero: en silencio y sin rechistar, que es como deben marchar los que avanzan por senderos de gloria hacia el sacrificio. Y en el fondo no me parece tan mal lo de guardar silencio mientras nos masacran porque, aunque aún queden preguntas por hacer, la calidad de las mentiras es de tal calibre que intentar obtener respuestas verosímiles es ya un ejercicio inútil a estas alturas de la confusa ceremonia. Y es que hace apenas unos meses Rajoy empezó una historia de héroes (los suyos) y villanos( los demás), intentó luego seguir un absurdo guión de mentiras arriesgadas y en el camino, ante la evidencia de tanta promesa rota, o ha cambiado los papeles o los ha perdido. O no sabe qué película se está rodando y de la ciencia ficción se ha pasado al drama mesiánico. Porque más que un posible extraño en el paraíso, que es lo que él quería ser, ha acabado por convertirse en un lúgubre y triste personaje del desierto de los tártaros.

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