viernes, 30 de diciembre de 2011


LA COLUMNA

Oposición

JUAN CAÑAVATE | ACTUALIZADO 29.12.2011 - 01:00

AUNQUE la maledicencia interesada repita una y otra vez desde mil esquinas diferentes, que todos los políticos son iguales, la verdad es que no es así, como tampoco es cierto que todas las políticas que hacen todos los políticos sean iguales y por eso no viene a ser lo mismo que gobiernen unos o que gobiernen otros y lo curioso de esta afirmación de Perogrullo, negada una y otra vez por los maledicentes interesados en la generalización de la miseria, es que también es aplicable a la oposición. Ni todos los políticos que están en la oposición son iguales ni lo mismo da que en los bancos que no gobiernan, estén unos o estén otros, u otras, debiera decir en este caso. 

Hay quien está en la oposición con la desgana del vencido y porque en algún sitio tendrá que estar mientras pasa el tiempo y hay otros que ni siquiera esperan con mínima decencia a que pase el tiempo y prefieren simplemente salir corriendo hacia destinos más venturosos. Los hay también, ¿cómo no? que convierten la oposición en un albañal de inmundicia en el que se alternan a partes iguales la crispación o el desánimo, la provocación o la demagogia, el insulto o la mentira, que se regodean en los malos tiempos y que auguran con satisfacción peores para ir pescando en río revuelto lo que puedan ir pescando. Finalmente están y ni siquiera son los menos, los que hacen su trabajo día a día, con seriedad, con rigor, con tesón, con contundencia y hasta con el respeto que no debiera perder nunca un político. Estos que se dejan la piel en el intento, que dicen a las claras quiénes son, que pelean y nunca se rinden, son los imprescindibles para que el argumento y la trama de esta historia, a veces dura, que es la democracia, no se hunda sin remedio, y son además, y contra la lógica del propio sistema democrático y del mismo guión de la película, los que más molestan a los que hacen de su labor de gobierno un ejercicio de mediocridad, cuando no de pura mezquindad y se acaban convirtiendo en una ridícula oposición de la oposición. 

Por eso el gobierno local del Partido Popular de Granada no soporta a María Escudero y por eso, cuando la concejala de la oposición pone negro sobre blanco las contradicciones del equipo de gobierno, como es su obligación, el equipo de gobierno del PP responde poniendo en duda la honorabilidad de la concejala y de su familia con mentiras insinuadas, con sospechas a medias o con simples amenazas que intentan convertir la vida pública en una actividad solo apta para los que con la política han ido perdiendo las entrañas; ellos.

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