jueves, 8 de diciembre de 2011


la columna

Apocalipsis


TENGO que confesar que la idea no fue mía y que, aunque en un principio no le presté más atención que la que se presta a una ocurrencia divertida en una conversación intrascendente, ahora, en estos últimos días tan cercanos al fin del mundo, me sobrecoge lo premonitorio de la sugerencia. Proponía una amiga, con un punto de provocación y no sin otro de razón que, ante la frívola avalancha de candidaturas para reconocer majaderías como bienes patrimonio de la humanidad, no estaría de más aprovechar el tirón y proponer que se reconozca como tal el Apocalipsis, que viene a ser algo que, como mínimo, se merece un respeto y hasta una declaración en toda regla que conseguiría dos sustanciales objetivos; evitar que se tomase a la ligera tan importante asunto y conjurar el riesgo de que la ardua tarea de acabar con el mundo, caiga en manos irresponsables que, en un pronto y sin previo aviso, monten una escabechina gratuita, sangrienta y sin vuelta atrás. Incluso y si me apuran, evitar que se sacrificase patrimonio tan trascendental e irremplazable, en altares egoístas, como suele ser lo habitual con el patrimonio histórico normal y corriente. Que estarán de acuerdo conmigo que no es lo mismo que un promotor inmobiliario se lleve por delante una muralla para hacer unos apartamentos que convocar el Armagedón para subir la nota en el tercer parcial de Standard & Poor's. Lo que me preocupa es la premura y urgencia del asunto, porque todo el mundo sabe que la Unesco a quien dios tenga en su gloria muchos años, suele ser bastante lenta en sus procedimientos y parece ser que doña Angela y don Nicolas tiene previsto el fin del mundo para este fin de semana y aunque la cosa parece ser bastante seria, no veo yo a la organización de don Federico colando por delante el Apocalipsis de, por ejemplo, el silbo gomero que ellos, para lo de los procedimientos, son muy concienzudos y si no, fíjense en la que han liado hace unos días en Bali con los patios cordobeses. En fin, que si la cosa sigue al ritmo que va y para el viernes o el sábado está mas o menos previsto que esto se acabe, da la impresión de que ni siquiera la Unesco va a ser capaz de salvarnos, aunque yo tengo serias dudas de que el Apocalipsis de este fin de semana llegue a buen término porque no he oído ni media palabra sobre el asunto al presidente in pectore, Rajoy y, claro, si de aquí al lunes va a haber resurrección de muertos, crujir de dientes, concierto de turiferarios y toda esa parafernalia que caracteriza a estas cosas, digo yo que algo tendría que decir el presidente. Aunque, tal como lo vamos viendo, igual ha puesto toda su esperanza en que coincida el fin del mundo con la festividad de la Inmaculada y la cosa no llegue a mayores o, que al menos, si nos vamos a la porra, que a este país le pille de puente.

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