YA me pasó la otra semana que empecé a escribir del otoño y la Mato grossa me fastidió la tarde melancólica y esta semana, pues lo mismo; andaba yo por la suave luz del atardecer en la colina de la Alhambra, cuando Papandreu, del tirón, me ha dejado a medias con la aventura sentimental y de cara al precipicio y esperando el paso al frente del ejercito espartano que salvó a la vieja Europa de la amenaza persa y que ahora se toma la revancha diciendo eso que se suele decir cuando el viaje termina: "pues que ya hemos llegado".
Y es que Papandreu ha debido pensar que lo de emular a Leónidas y autoinmolarse en defensa de la vieja Europa, está muy bien pero que, por lo menos, el entierro de los trescientos lo paguen todos y no sólo los socialistas del PASOK en general y él en particular. Así que su colega Antonis Samaras, el líder de la derecha griega, que se frotaba ya las manos, como se las frota Rajoy aprovechando la factura que la crisis le va a pasar al PSOE, va a tener también que retratarse y decir a las claras si él también está de acuerdo en ponerle una bomba al modelo de estado griego que todos conocíamos desde que Constantino Karamanlis, el Adolfo Suárez macedonio, regresó, allá por los setenta desde el exilio parisino, a un país que todavía olía a cuartel.
Lo más curioso es que el toque de clarín de Papandreu ha pillado con el paso cambiado a más de uno y si en el Bundestag se oyen las voces que pega doña Ángela desde la Cancillería, en el Eliseo ni les cuento y por aquí, en nuestro amado país, mientras Pepiño llora sin consuelo en cuanto ve una esquina en la que apoyarse, a Montoro parece que le ha dado un aire y no hace más que balbucear incoherencias tras los atriles victoriosos de la gaviota y es que, al final, el griego tiene más guasa y cintura de la que se le conocía o, quizás, es que andaba ya el hombre cansado de que lo chuleasen, que no todo el mundo tiene por qué aguantar el abanico de hostias que se iban llevando el buen señor y sus paisanos y que si hay hostias de sobra, pues que por lo menos haya sorteo y no le toquen todas a él, que tampoco es culpa suya que los bancos alemanes y franceses perdiesen el culo por hacerse con dinero fácil en su momento y que ahora no le salgan las cuentas. Lo malo va a ser que cunda el ejemplo.
Y es que Papandreu ha debido pensar que lo de emular a Leónidas y autoinmolarse en defensa de la vieja Europa, está muy bien pero que, por lo menos, el entierro de los trescientos lo paguen todos y no sólo los socialistas del PASOK en general y él en particular. Así que su colega Antonis Samaras, el líder de la derecha griega, que se frotaba ya las manos, como se las frota Rajoy aprovechando la factura que la crisis le va a pasar al PSOE, va a tener también que retratarse y decir a las claras si él también está de acuerdo en ponerle una bomba al modelo de estado griego que todos conocíamos desde que Constantino Karamanlis, el Adolfo Suárez macedonio, regresó, allá por los setenta desde el exilio parisino, a un país que todavía olía a cuartel.
Lo más curioso es que el toque de clarín de Papandreu ha pillado con el paso cambiado a más de uno y si en el Bundestag se oyen las voces que pega doña Ángela desde la Cancillería, en el Eliseo ni les cuento y por aquí, en nuestro amado país, mientras Pepiño llora sin consuelo en cuanto ve una esquina en la que apoyarse, a Montoro parece que le ha dado un aire y no hace más que balbucear incoherencias tras los atriles victoriosos de la gaviota y es que, al final, el griego tiene más guasa y cintura de la que se le conocía o, quizás, es que andaba ya el hombre cansado de que lo chuleasen, que no todo el mundo tiene por qué aguantar el abanico de hostias que se iban llevando el buen señor y sus paisanos y que si hay hostias de sobra, pues que por lo menos haya sorteo y no le toquen todas a él, que tampoco es culpa suya que los bancos alemanes y franceses perdiesen el culo por hacerse con dinero fácil en su momento y que ahora no le salgan las cuentas. Lo malo va a ser que cunda el ejemplo.
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