sábado, 25 de agosto de 2012

TERRAZAS

Hoy aparece en los medios locales de mi ciudad, una pequeña ciudad del sur, una de esas noticias que a uno le sorprenden y ya sé que pueden ustedes pensar que me dejo arrebatar por problemas locales en lugar de pensar en la que está cayendo en general. Pero es que yo soy de los piensan que las distancias cortas son un buen ejemplo de lo que luego puede trasladarse al amplio mundo actual.



Verán, con el típico barullo y confusión con que el Ayuntamiento de Granada trata estas noticias y aprovechando agosto, cuenta, así de golpe y porrazo, que van a aprobar una normativa que permita la colocación de terrazas en calles con menos de cinco metros. Incluso, el periódico más cercano al gobierno, titula la noticia: "Las calles lucirán terrazas" como quien luce un modelito de Dior y, en medio de esa información confusa, los miembros del equipo municipal confiesan dos cosas de relativa importancia, la primera que todas las terrazas que hay en la actualidad en esas calles, que ya existen, son ilegales y que para hacer lo que pretenden, habrá que introducir una modificación puntual en la normativa de protección urbanística, a saber, Plan General de Ordenación Urbana de Granada (PGOU) y el  Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Albaicín. (PEPRI). No negarán ustedes que la primera noticia es chocante. Ahora resulta que todas esas molestas sillas y mesas que se desparraman por el centro histórico son ilegales, lo que supongo que se traducirá igualmente en que no pagan las correspondientes tasas por ocupación de la vía pública. O sea que a los buenos empresarios de la hostelería el negocio de robarnos calles y plazas les sale gratis. Igual pudiera ser que sí que pagan, con lo que cosa viene a ser peor porque están pagando por una ilegalidad y esas cosas empiezan a tener nombre en el código penal. De todos modos si pagasen, tampoco crean que la cosa es demasiado gravosa. Las mesas más caras vienen a costar menos de 400 euros al año. Es decir, que con poco más  de la venta de una cerveza al día, estaría pagada la mesa.

A mí, lo que más me llama la atención de todo esto, es el silencio cómplice que se extiende por toda la ciudad. Por ejemplo me sorprende que la fiscalía, tan solícita a la hora de encausar a niñatos por pintar paredes, no haya dicho esta boca es mía ante esta confesa actitud de pasarse la ley por la entrepierna, como  me sorprende el silencio de la oposición municipal, PSOE e IU que imagino que debía saber lo que está pasando y si no lo sabía, pues ya lo sabe y tiene la obligación de poner pie en pared ante los desmanes.  
Es posible que piensen, aunque dudo que sean tan tontos, que a fin de cuentas, eso se traduce en empleo. Pero ese es un argumento pueril y de auténticos analfabetos políticos, aunque nunca se sabe, claro. Las cifras de desempleo en la ciudad son la evidencia precisa de que la explotación de sus plazas y calles, no sirven prácticamente para nada. Bueno, sí que sirven. Sirven para vaciar la ciudad de ciudadanos, para un abandono paulatino que se traduce en la destrucción del tejido comercial tradicional y de otras actividades que son incompatibles con convertir el centro histórico en una gigantesca taberna. En realidad las terrazas en lugar de crear empleo, lo que hacen es destruirlo. 
Bueno, mañana hablaré del PEPRI y del PGOU.   

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