Repsol, una empresa que supuestamente pacta los precios de los combustibles en su venta al público en España con otras distribuidoras de hidrocarburos, (práctica perseguida por las normas antimonopolio y, por otra parte,aboslutamente indemostrable), está enormemente molesta porque el gobierno argentino le acaba de hacer la del tigre, es decir, pegarle un zarpazo en su cuenta corriente.
La demagogia de los argumentos esgrimidos por la petrolera y por el gobierno de España dejan en pañales a la demagogia, que no es poca, de la presidenta argentina justificando la medida. El ofensor y el ofendido son, en este caso, casi de la misma calaña pero los dos cometen el mismo error; intentan convencernos de que los interese económicos de las petroleras son los intereses económicos de los ciudadanos, y eso no es cierto. Si REPSOL quiere tanto a los españoles, debiera empezar a no engañarnos como nos engaña en el precio de la gasolina y, sobre todo, debiera dejar de pactar los precios con las otras compañías. Tampoco creo que haya tanto pequeño ahorrador y pequeño accionista español como dicen que va a perder sus ahorros con la medida argentina. A mi me da que a los grandes accionistas de REPSOL los pequeños ahorradores les importan un pimiento.
En fin, ellos viven en un mundo de buitres y ahora nos quieren invitar a defender sus despojos y es dífícil ser solidario con Repsol después de llenar el depósito de gasolina del coche.
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