NO se me había ocurrido que esta campaña electoral fuera monográfica de Andalucía y pensaba, gran ilusión la mía, que lo que se estaba planteando era algo más general y que por eso, a este ineludible asunto se le solía llamar "elecciones generales". Pero no, parece que aunque se presenten Rajoy y Rubalcaba y alguien más por Cataluña de quien no recuerdo el nombre, la matriz del debate y de lo que había que hablar era de Andalucía y a ser posible mal, no vaya a ser que alguien en Alcobendas o en san Feliú de Llobregat o en Carcaixent, por un poner, pudiera pensar que en Andalucía las cosas van, más o menos, bien si se las compara con el resto del Estado y llegue, con la comparación, a alguna conclusión que le fastidie a Rajoy la fiesta prevista para el 20-N. Así que ya lo saben; los niños andaluces por el suelo, sucios claro, y medio desnudos, como en una escena sevillana de Velázquez que para eso era andaluz, y los padres de los niños, esperando en la barra de algún tugurio maloliente y más bien borrachos, de vino, versión Velázquez o de absenta, versión Picasso que, al parecer, era también andaluz. Pero no se les ocurra pensar ni por asomo que estos señores que así hablan de nuestra tierra nos desprecian. Ni mucho menos. Esperen a que llegue la feria de Sevilla o el mes de agosto en Conil o el mismo puente que viene y volverán a ver las carreteras atestadas de vehículos llenos de ciudadanos gobernados por la derecha nacional o vernácula que vendrán a nuestra tierra a beberse unas copitas de manzanilla, tomarse unas tapitas, reír con nuestros tradicionales chistes y disfrutar de la Alhambra, convencidos, además, de que de paso, harán una buena acción. Gastarán el dinero, honradamente ganado con su trabajo, no como los andaluces, en nuestras tabernas donde dejarán algunas propinillas y ayudarán, además, con sus impuestos, a construir escuelas públicas donde nuestros niños puedan arrastrase por los suelos, mientras sus padres, nosotros, cobramos la subvención que toque siempre que no seamos camareros. Y no es que Mato o Aguirre o Durán tengan nada personal contra los andaluces, es que no pueden permitir que aquí se estén salvando los trastos públicos en el mismo terremoto en el que ellos están salvando los privados y cuando insultan, no es porque hayan perdido la vergüenza que nunca la tuvieron, sino por el rebote de que algún paisano suyo caiga en la cuenta de que en Andalucía los profesores siguen teniendo 18 horas lectivas y no hay recortes en los hospitales.
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