Líderes
Juan Cañavate | Actualizado 14.07.2011 - 01:00ANDO casi convencido de que el culpable de que el gobierno de los Estados Unidos esté al borde de la quiebra y pueda llegar a declararse insolvente si no se alcanzan los necesarios acuerdos entre republicanos y demócratas en los próximos días, no es el presidente Obama, sino el presidente Zapatero por la manifiesta inquina que le profesa a ese país, como estoy convencido, igualmente, de que no hay otro responsable de la crítica situación de Italia en esta última semana, que no sea Zapatero y sus oscuros vínculos con el Vaticano y, ni que decir tiene, que lo mismo pienso respecto a Grecia, Portugal y, por supuesto, Irlanda, país en el que el presidente español posee un enorme grado de influencia y en el que ha maniobrado con una insidia especial.
Al menos así casi lo pienso después de oír el brillante análisis que de la situación financiera internacional han hecho los líderes del Partido Popular, demostrando una vez más, como sólo pueden y deben hacerlo los auténticos líderes, su rigor y seriedad a la hora de encarar una situación de tanta trascendencia para la nación.
Aunque mirado de otro punto, tanto temple y valor pueden dar hasta un poco de vergüenza, porque afirmar, con la rotundidad que lo hacía el lunes pasado la señora Cospedal o ayer mismo el señor Rajoy, que la causa de la sobrevaloración de la prima de riesgo de la deuda española, imagino que también de la italiana, la griega, la portuguesa o la irlandesa, es la credibilidad del presidente del Gobierno de España, no sólo traspasa el límite del cinismo soportable en un político, además es una ridiculez impropia de alguien que pretende ser una alternativa política seria.
Esta crisis, que ya es de la Unión Europea en su conjunto, está poniendo encima de la mesa, sobre todo, las capacidades de nuestros líderes y ciertamente empieza a parecer bastante claro que, unos más que otros, han alcanzado, como se suele decir, su nivel de incompetencia.
Aunque si el papel de Rajoy, de Cospedal o de Arenas empieza a ser inadmisible por la frivolidad, la demagogia y la falta de ideas que manifiestan, tampoco el papel del Gobierno ha sido como para tirar cohetes, defendiendo, hasta el sepuku, una serie de medidas antisociales que cada vez parecen más inútiles frente a un proceso de destrucción de la economía que, por lo que se ve, nadie controla ya y, si gran parte de la culpa la tiene Alemania, como ha dicho Zapatero hace unos días, ¿para qué ha servido tanto sacrificio?; el suyo, el de la izquierda, el de todos.
Al menos así casi lo pienso después de oír el brillante análisis que de la situación financiera internacional han hecho los líderes del Partido Popular, demostrando una vez más, como sólo pueden y deben hacerlo los auténticos líderes, su rigor y seriedad a la hora de encarar una situación de tanta trascendencia para la nación.
Aunque mirado de otro punto, tanto temple y valor pueden dar hasta un poco de vergüenza, porque afirmar, con la rotundidad que lo hacía el lunes pasado la señora Cospedal o ayer mismo el señor Rajoy, que la causa de la sobrevaloración de la prima de riesgo de la deuda española, imagino que también de la italiana, la griega, la portuguesa o la irlandesa, es la credibilidad del presidente del Gobierno de España, no sólo traspasa el límite del cinismo soportable en un político, además es una ridiculez impropia de alguien que pretende ser una alternativa política seria.
Esta crisis, que ya es de la Unión Europea en su conjunto, está poniendo encima de la mesa, sobre todo, las capacidades de nuestros líderes y ciertamente empieza a parecer bastante claro que, unos más que otros, han alcanzado, como se suele decir, su nivel de incompetencia.
Aunque si el papel de Rajoy, de Cospedal o de Arenas empieza a ser inadmisible por la frivolidad, la demagogia y la falta de ideas que manifiestan, tampoco el papel del Gobierno ha sido como para tirar cohetes, defendiendo, hasta el sepuku, una serie de medidas antisociales que cada vez parecen más inútiles frente a un proceso de destrucción de la economía que, por lo que se ve, nadie controla ya y, si gran parte de la culpa la tiene Alemania, como ha dicho Zapatero hace unos días, ¿para qué ha servido tanto sacrificio?; el suyo, el de la izquierda, el de todos.
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