sábado, 30 de julio de 2011

Dominique Strauss-Kahn

Hay demasiadas cosas en la historia de Dominique Strauss-Kahn y el supuesto abuso a la limpiadora del hotel que no cuadran.
La primera es que el ex presidente del Fondo Monetario  Internacional era, hasta que saltó el feo asunto, una de las personas más poderosas del planeta. Una llamada telefónica, no ya de él, sino de cualquiera de los muchos siervos (colaboradores) que en torno a él pululan, le hubiese procurado servicios sexuales de alquiler de altísimo nivel. Los periódicos están llenos de anuncios y en los hoteles de lujo hay una complicidad encubierta con ese tipo de mercado ¿qué importa el precio para los poderosos?
La verdad, no cuadra la imagen de esta mujer con un arrebato irresistible del potencial candidato a las presidenciales francesas por parte del Partido Socialista francés.
La segunda cosa que no cuadra es precisamente esa, la oportunidad del escándalo con la elección de DSK como candidato oponente al presidente y la curiosa coincidencia del momento en que Sarkozy está bajo mínimos en las encuestas.
Tampoco cuadra el montaje publicitario de los abogados con la rueda de prensa en una iglesia cristiana incluida.
Pero lo que menos cuadra de todo, es que Dominique Strauss-Kahn pudiera ser el candidato de los socialistas, sean franceses o sean de donde sean.
Cada vez que el presidente del FMI tose, aboca a la miseria a países enteros, cada vez que el presidente del FMI se rasca una oreja, arroja a la pobreza, al hambre, a la emigración, a la prostitución a decenas de miles de mujeres de esos países, incluido Guinea de donde procede la supuesta victima, una más de las barbaries que produce la política del FMI. 
Sin embargo, ninguna de esas barbaridades han sido obstáculo para que Strauss sea el más brillante candidato de la izquierda francesa. Sólo el pecado sexual del jefe de las finanzas mundiales, sólo el sexto mandamiento. Lo demás no tiene importancia....    

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