viernes, 6 de mayo de 2011


Karma

Juan Cañavate 

ANDABA yo tan tranquilo paseando mayo y convencido de que Corto Maltés tenía razón con aquello de que cada uno es dueño de su vida y su destino, como la novela de Grossman, cuando alguien me vino con el cuento de lo del karma y de la puñetera historia de la balanza y el equilibrio y el ying y el yang y la madre que los parió y se me puso la vida y el destino, desde entonces, que no doy un paso sin pensármelo dos veces o siete hasta que atino a adivinar la que se puede liar para recomponer el equilibrio cósmico cada vez que me paso un poco.

Que una cosa es que se alargue uno la línea de la vida en la palma de la mano con la navaja como hacía el maltés y otra este temor sagrado a verme en descubierto o peor aún, a descomponer el universo con el karma negro que se acumula cada vez que agarra uno un rebote. A mí todo el karma chungo se me suele acumular en el ordenador, que cada dos por tres, se satura de energía negativa y se suicida, con sepuku incluido, como si fuera Yukio Mishima y que por eso hace tiempo que dejé de tener confianza en las TICs que mejor es no fiarse demasiado de estructuras tan inestables y que me recuerdan la cabeza errática o perdida del indiscutible líder de la derecha loca, Aznar, el caballero del bigote inexistente, que karma malo debe tener para parar varios trenes después de decir las cosas tan burras que va diciendo por ahí de este país, que parece que no es el suyo y las buenas que dice de su amiguito Gadafi; extravagante, pero amigo.

De todos modos no es el único trastornado en el PP que no sabe si es gavilán o paloma y donde parece que se ha puesto de moda el modelo Sansón, que no es dejarse la melenilla padeliana y las patillas de Curro Jiménez, sino matar a los filisteos echando abajo el palacio entero que eso es, más o menos, lo que intentó hacer Aznar con la deuda española y lo que anda intentando estos días el Sebastián Pérez con la Caja de Ahorros de Granada y que, con tal de pegarle un poco de karma malo al buen Claret, ¡qué envidia amigo, pasear por mi tierra y por mis mares!, es capaz de meterle fuego a uno de los pocos chiringuitos que funcionan en Granada para ver si, al hundirse, pilla a algún filisteo dentro. Menuda forma de hacer política, menudo karma. 

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