En todas las familias hay un consiglere. Lleva las cuentas de la familia, por supuesto siempre en B, nadie es tan estúpido como para declarar a Hacienda los frutos de los negocios oscuros, sobre todo si proceden de sobornos a cambio de concesiones públicas. Les da una cierta apariencia legal y reinvierte en sitios alejados del fisco.
Los consiglieri son hombres de absoluta fidelidad, pero a cambio la familia se compromete a protegerles.
Un consigilere al que se traiciona y al que no se protege, se convierte en un personaje incómodo y hasta peligroso por la información que atesora.
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