domingo, 22 de octubre de 2017

Stand by


El hecho de que intentemos conservar la calma en estas duras horas en las que nuestro país avanza de forma decidida hacia la limitación de las libertades civiles, no tiene que traducirse en la renuncia cobarde a mirar de frente hacia el futuro.

El futuro hoy es más que impredecible cuando a cada instante la conjura contra la libertad se hace más y más fuerte.
El gobierno de un partido que ha conseguido aglutinar en su militancia a la más agresiva extrema derecha ultranacionalista, heredera de símbolos y valores de la dictadura va a gobernar en Cataluña, una Comunidad en la que es una fuerza residual con una presencia parlamentaria mínima y casi testimonial.
Va a gobernar violentando un sistema legal, una constitución que ha demostrado una y otra vez su obsolescencia en la organización territorial del Estado.
Va a gobernar apoyado por un partido, Cs, que vive el sueño de convertirse en la referencia de la derecha en Cataluña sin llegar más allá en sus análisis que la satisfacción que les generan los futuros resultados de unas elecciones que, sin duda, estarán marcadas por el odio.
Va a gobernar apoyado por un partido socialista que no ha dudado en recurrir  a los más perversos soportes ideológicos de la derecha españolista y ultramontana para jugar un papel penoso, rastrero y traidor con su pasado y sus principios federales fundacionales a la hora de enfrentarse a este problema estructural que arrastra España desde la transición. Todo a cambio de un hipotético beneficio electoral en el resto de España
Va a gobernar apoyado por una Union Europea cada día más feroz, cruel e inhumana, en una monarquía que está reivindicando un papel protagonista en la política que no sólo no le corresponde sino que puede poner en peligro la estabilidad del sistema más aun que la independencia de Cataluña.


     

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