viernes, 16 de agosto de 2013

BABUINOS

BABUINOS
No sé si les habrá llegado la noticia de que una manada de babuinos ha invadido y sitiado un barrio periférico de Ciudad del Cabo, la capital de Sudáfrica. Los babuinos, sorprendentemente organizados, se han hecho fuertes en algunos edificios desde los que lanzan sincronizados ataques a la población, poniendo en grave peligro no sólo la tranquila vida cotidiana de los ciudadanos, sino incluso la propia estabilidad del Estado que sufre indefenso las consecuencias de la insólita revuelta. Curiosamente, algunos expertos consultados defienden que el ataque, aunque inédito, era previsible, dadas las dificultades por las que últimamente atravesaban sus manadas. Y es que las sociedades babuinas también sufren las consecuencias del orden mundial y pasan hambre y penurias como casi todos.
Los babuinos, a pesar de estar clasificados como primates, tienen un modelo de organización social complejo en el que se incluye una jerarquía muy definida con una adecuada distribución de funciones en la manada, y hasta se supone que, más que la fuerza bruta, lo que determina el papel de cada individuo, viene a ser su inteligencia y su capacidad de medrar en tiempos de crisis. En fin, casi como los humanos. Ni que decir tiene que los babuinos, en general, no conocen la vergüenza y menos, los que mandan. En eso también se parecen a los humanos.
También pudiera ser que dentro del marasmo de noticias del verano, ya saben, la invasión de Gibraltar y esas cosas, no le hayan prestado ustedes demasiada atención a esta transcendental noticia y, hasta cierto punto, es lógico; ¿quién podría comparar en importancia una invasión de babuinos con la invasión de Gibraltar? Con seguridad y acierto, habrán pensado que dentro de unos meses, nadie hablará de los desvergonzados babuinos, al contrario de lo que ocurrirá con la contundente respuesta del Gabinete de Comunicación de Presidencia y sus efectos en las largas colas de coches de “llanitos”, que seguirá teniendo ¿qué duda cabe? una relevante repercusión en el futuro de nuestra patria.
Gibraltar marca, como si dijéramos, un antes y un después de nuestro papel en un mundo que por fin va a entender que España es una auténtica unidad de destino en lo universal sin nada que ver, en el comportamiento de nuestros gobernantes, con los babuinos, que son un poco más chapuceros a la hora de inventarse invasiones con las que resolver sus problemillas y distraerse ellos y a los demás. En fin, que aparte del resolver el problema del tabaco “Made in USA” que se fuma en La Línea, vamos a poder encarar este otoño con el espíritu patriótico más reconfortado.
Otra cosa es saber, como se pregunta un amigo bastante plúmbeo, si debajo de las alfombras de Gibraltar cabe toda la basura que, ya de paso, intenta esconder el PP; la financiación ilegal, los sobornos de empresarios, las cajas B o los sobresueldos de los dirigentes.


Juan Cañavate

   

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