LA COLUMNA
JUAN CAÑAVATE |
A conciencia
AL contrario de lo que mucha gente cree, yo sí estoy convencido de que Rajoy dijo la verdad hace unos días cuando declaró en Granada que sabía bien lo que hacía. Y es que escribir, como se ha escrito en las últimas semanas, que se tienen dudas acerca de la existencia o no de vida inteligente en Moncloa o que Mariano Rajoy es un incapaz o que su gobierno ha perdido el rumbo y se dedica a improvisar desacertadas salidas a la crisis, es, y creo que no me equivoco, el resultado de un análisis poco riguroso que no toma en consideración signos de razonable contundencia que evidencian exactamente lo contrario.
Este gobierno ha improvisado bien poco desde que inició sus movimientos siguiendo las indicaciones precisas de eso que se ha dado en llamar la Troika comunitaria, es decir, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional y los resultados de sus decisiones, muy poco improvisadas y muy meditadas, son altamente satisfactorios para quienes dirigen desde sus despachos el devastador proceso económico europeo. Desgraciadamente y desde que la trampa de la moneda única se cerró y descubrimos que ya no había vuelta atrás, los gobiernos del sur de Europa no han tenido ninguna capacidad de reacción frente al salvaje modelo diseñado desde el norte y, especialmente, desde Alemania. Zapatero sufrió ya en sus propias carnes la impotencia ante aquel mecanismo perverso.
Otra cosa es reconocer que mientras sirve a sus amos, Rajoy ha sabido hacer de la necesidad virtud para satisfacer intereses más particulares y cercanos y, mientras resarcía a los bancos alemanes de sus pérdidas en el negocio inmobiliario español, aprovechaba para echar una generosa mano a los banqueros españoles que estaban hasta el cuello con el ladrillo; un "poyaque" que se ha cargado al déficit español y que contribuye de forma generosa a engrosar la deuda del Estado. Total, salvar al Estado español no se encuentra entre los objetivos prioritarios de este gobierno. Más bien es al contrario, cuanto menos Estado, más negocio hacen ellos con la competencia privada al sistema público de pensiones o al sistema sanitario público o al sistema educativo público. Esa actitud obediente a la Troika y el pago de algunas deudas contraídas con la Conferencia Episcopal en el tema del aborto o con medios de comunicación afines, resumen a grandes rasgos los argumentos de este sórdido gobierno. Lo demás no son más que adornos, signos externos que permiten a la manada de la derecha española identificar al macho alfa; el desprecio a las libertades cuando se han modificado leyes para criminalizar las protestas de los desahuciados, las subvenciones a narcotraficantes para comprar barcos, la corrupción generalizada de su partido desde Murcia hasta Galicia, el cinismo de sus ruedas de prensa por televisión,… adornos, puros adornos que no ocultan que Rajoy y su gobierno saben perfectamente lo que hacen.
Este gobierno ha improvisado bien poco desde que inició sus movimientos siguiendo las indicaciones precisas de eso que se ha dado en llamar la Troika comunitaria, es decir, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional y los resultados de sus decisiones, muy poco improvisadas y muy meditadas, son altamente satisfactorios para quienes dirigen desde sus despachos el devastador proceso económico europeo. Desgraciadamente y desde que la trampa de la moneda única se cerró y descubrimos que ya no había vuelta atrás, los gobiernos del sur de Europa no han tenido ninguna capacidad de reacción frente al salvaje modelo diseñado desde el norte y, especialmente, desde Alemania. Zapatero sufrió ya en sus propias carnes la impotencia ante aquel mecanismo perverso.
Otra cosa es reconocer que mientras sirve a sus amos, Rajoy ha sabido hacer de la necesidad virtud para satisfacer intereses más particulares y cercanos y, mientras resarcía a los bancos alemanes de sus pérdidas en el negocio inmobiliario español, aprovechaba para echar una generosa mano a los banqueros españoles que estaban hasta el cuello con el ladrillo; un "poyaque" que se ha cargado al déficit español y que contribuye de forma generosa a engrosar la deuda del Estado. Total, salvar al Estado español no se encuentra entre los objetivos prioritarios de este gobierno. Más bien es al contrario, cuanto menos Estado, más negocio hacen ellos con la competencia privada al sistema público de pensiones o al sistema sanitario público o al sistema educativo público. Esa actitud obediente a la Troika y el pago de algunas deudas contraídas con la Conferencia Episcopal en el tema del aborto o con medios de comunicación afines, resumen a grandes rasgos los argumentos de este sórdido gobierno. Lo demás no son más que adornos, signos externos que permiten a la manada de la derecha española identificar al macho alfa; el desprecio a las libertades cuando se han modificado leyes para criminalizar las protestas de los desahuciados, las subvenciones a narcotraficantes para comprar barcos, la corrupción generalizada de su partido desde Murcia hasta Galicia, el cinismo de sus ruedas de prensa por televisión,… adornos, puros adornos que no ocultan que Rajoy y su gobierno saben perfectamente lo que hacen.
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