BABUINOS
No
sé si les habrá llegado la noticia de que una manada de babuinos ha invadido y
sitiado un barrio periférico de Ciudad del Cabo, la capital de Sudáfrica. Los
babuinos, sorprendentemente organizados, se han hecho fuertes en algunos
edificios desde los que lanzan sincronizados ataques a la población, poniendo
en grave peligro no sólo la tranquila vida cotidiana de los ciudadanos, sino
incluso la propia estabilidad del Estado que sufre indefenso las consecuencias
de la insólita revuelta. Curiosamente, algunos expertos consultados defienden
que el ataque, aunque inédito, era previsible, dadas las dificultades por las
que últimamente atravesaban sus manadas. Y es que las sociedades babuinas también
sufren las consecuencias del orden mundial y pasan hambre y penurias como casi
todos.
Los
babuinos, a pesar de estar clasificados como primates, tienen un modelo de
organización social complejo en el que se incluye una jerarquía muy definida con
una adecuada distribución de funciones en la manada, y hasta se supone que, más
que la fuerza bruta, lo que determina el papel de cada individuo, viene a ser
su inteligencia y su capacidad de medrar en tiempos de crisis. En fin, casi
como los humanos. Ni que decir tiene que los babuinos, en general, no conocen
la vergüenza y menos, los que mandan. En eso también se parecen a los humanos.
También
pudiera ser que dentro del marasmo de noticias del verano, ya saben, la
invasión de Gibraltar y esas cosas, no le hayan prestado ustedes demasiada
atención a esta transcendental noticia y, hasta cierto punto, es lógico; ¿quién
podría comparar en importancia una invasión de babuinos con la invasión de
Gibraltar? Con seguridad y acierto, habrán pensado que dentro de unos meses,
nadie hablará de los desvergonzados babuinos, al contrario de lo que ocurrirá
con la contundente respuesta del Gabinete de Comunicación de Presidencia y sus
efectos en las largas colas de coches de “llanitos”, que seguirá teniendo ¿qué
duda cabe? una relevante repercusión en el futuro de nuestra patria.
Gibraltar
marca, como si dijéramos, un antes y un después de nuestro papel en un mundo
que por fin va a entender que España es una auténtica unidad de destino en lo
universal sin nada que ver, en el comportamiento de nuestros gobernantes, con los
babuinos, que son un poco más chapuceros a la hora de inventarse invasiones con
las que resolver sus problemillas y distraerse ellos y a los demás. En fin, que
aparte del resolver el problema del tabaco “Made in USA” que se fuma en La
Línea, vamos a poder encarar este otoño con el espíritu patriótico más
reconfortado.
Otra
cosa es saber, como se pregunta un amigo bastante plúmbeo, si debajo de las
alfombras de Gibraltar cabe toda la basura que, ya de paso, intenta esconder el
PP; la financiación ilegal, los sobornos de empresarios, las cajas B o los sobresueldos
de los dirigentes.
Juan
Cañavate