OPINA Diana, con la flema inglesa que se ha hecho habitual en ella en estos últimos años, que este país no lleva buen camino. Y me preocupa el comentario porque no suele ser ella de las que habla en demasía ni suelta palabras vanas y porque, además, cada vez que habla, ya digo que pocas veces, atina con certeza de arquero suizo. Dice, mientras se recupera de una esguince que la mantiene postrada, en reposo y de manifiesto mal humor, que el viaje emprendido por España a través del túnel del tiempo va en dirección contraria y que bueno viene a ser el dicho de que para atrás ni para coger carrerilla, porque pudiera ser que tres o cuatro cosas que antaño, cuando la transición, se pillaron con alfileres, peguen ahora el reventón por las costruras y en lugar los dos pasos adelante y uno atrás del camarada Lenin, nos vayamos todos del tirón y de cabeza al caos, lugar primigenio, oscuro y precosmogónico que debe ser como Seseña pero sin la Radial y sin Mercadona.
Como no suelo soportar la segura tozudez de Diana, le argumento que en España, casi como en el resto de Europa y desde hace un par de años, los parlamentos y hasta los gobiernos pintan menos que follatabiques en Madrid, que es un señor al que no tengo el gusto de conocer pero al que todo el mundo cita como referente universal de mamarracho de poco peso e influencia en la Villa y Corte, y que todos sabemos que, en realidad los que mandan lo hacen desde organismos que nada tienen que ver con el sietema democrático que hasta hace poco conocíamos.
Craso error, me replica mientras husmea de acá para allá, dándome a entender que su larga herencia genética de perseguidora de zorros, la hace poco menos que infalible en los análisis de política internacional. Que las cargas policiales, me dice, las dirige el Ministerio del Interior y no el FMI y que los tiros de la estación de Atocha no los soltaba Christine Lagarde, que el nuevo código penal se lo ha inventado el liberal Gallardón y no el BCE o que el esperpento de Televisión Española y de las JONS,que va a dejar sin trabajo a los de Intereconomía por la derecha, lo controla con mimo el mismo Rajoy y no Durao Barroso y mientras sigue con su avalancha de argumentos y me mira con un puntito de desprecio, callo y disimulo intentando inútilmente rascarme la oreja con la pierna con cierta naturalidad, y todo, todo, porque el veterinario le ha prohibido correr por la Cuesta de los Chinos hasta que se recupere y como no la subo a la Alhambra desde hace días, está de un humor de perros.
Como no suelo soportar la segura tozudez de Diana, le argumento que en España, casi como en el resto de Europa y desde hace un par de años, los parlamentos y hasta los gobiernos pintan menos que follatabiques en Madrid, que es un señor al que no tengo el gusto de conocer pero al que todo el mundo cita como referente universal de mamarracho de poco peso e influencia en la Villa y Corte, y que todos sabemos que, en realidad los que mandan lo hacen desde organismos que nada tienen que ver con el sietema democrático que hasta hace poco conocíamos.
Craso error, me replica mientras husmea de acá para allá, dándome a entender que su larga herencia genética de perseguidora de zorros, la hace poco menos que infalible en los análisis de política internacional. Que las cargas policiales, me dice, las dirige el Ministerio del Interior y no el FMI y que los tiros de la estación de Atocha no los soltaba Christine Lagarde, que el nuevo código penal se lo ha inventado el liberal Gallardón y no el BCE o que el esperpento de Televisión Española y de las JONS,que va a dejar sin trabajo a los de Intereconomía por la derecha, lo controla con mimo el mismo Rajoy y no Durao Barroso y mientras sigue con su avalancha de argumentos y me mira con un puntito de desprecio, callo y disimulo intentando inútilmente rascarme la oreja con la pierna con cierta naturalidad, y todo, todo, porque el veterinario le ha prohibido correr por la Cuesta de los Chinos hasta que se recupere y como no la subo a la Alhambra desde hace días, está de un humor de perros.