Días de cine
IGUAL tiene que ver con que pasé la infancia, y hasta la adolescencia, en un pequeño pueblo de ultramar que tenía cinco cines, y aunque es verdad que la programación no era para tirar cohetes y había que tragarse Godzillas japoneses o enmascarados de plata mexicanos, la realidad incuestionable era que había cinco cines en un pequeño pueblo de ultramar que nos llenaban la vida con sesiones dobles y matinales y con el contar luego las pelis en los recreos del lunes que solían acabar en peleíllas de buenos y de malos con pistolas imaginarias o incluso con espadas de romanos, que eran un lujo las pelis de romanos, con aquellas patricias rubias de pelo corto que hasta se aparecían en sueños y eran origen de los todos los pecados o de una buena proporción de ellos o de, al menos, los pensamientos impuros que luego nos alegraban la mañana y que no fue hasta mucho más tarde que empezara uno a sospechar que las romanas debían ser más bien morenas y hasta con su poco de bigote como las de los retratos de al-Fayum y no rubias platino como la Deborah Kerr en Quo Vadis. Y, hoy, cuando el tiempo ya ha pasado, no puedo ni imaginar mi infancia sin aquellos cinco cines que se fueron convirtiendo en la llave que iba abriendo puertas más allá de los límites grises de lo cotidiano, para traspasar umbrales que igual llevaban al infierno o al mismo corazón del paraíso. Lo mismo que más tarde, cuando ya dejé aquel pueblo de ultramar, el cine se fue convirtiendo en el espejo, ni tan siquiera amable, donde se reflejaba nítida, aunque llena de los matices que imprimían los grandes directores, la dura realidad de los setenta, la realidad de aquí y la de allí, la del otro lado del mar, la del otro lado del planeta, ayudando a convertir horizontes lejanos en mundos cercanos habitados por gentes también cercanas.
Igual tiene que ver con todas esas cosas, insisto, el que me guste el festival de Cines del Sur y que tenga que agradecerle cada año a José Sánchez Montes y a Mirito Torreiro y a Gloria Fernández Adame, no el que hagan todo ese trabajo necesario para sacar adelante el Festival, sino el que lo sigan haciendo manteniendo el mismo ánimo y la misma sonrisa en estos días tristes en los que los que gobiernan en España ni tan siquiera ocultan su odio y su desprecio a la cultura.
Como también hay que agradecer al Milenio y a María José Sánchez que hayan apostado por esta historia de culturas diversas, lejanas y cercanas, ayudando a transformar un "evento" de los que ya no tienen justificación en estos tiempos, en un lugar de reflexión abierta y crítica de nuestro pasado y de nuestro futuro. Porque a fin de cuentas, nosotros también somos sur y de eso es de lo que debemos hacer memoria.
Igual tiene que ver con todas esas cosas, insisto, el que me guste el festival de Cines del Sur y que tenga que agradecerle cada año a José Sánchez Montes y a Mirito Torreiro y a Gloria Fernández Adame, no el que hagan todo ese trabajo necesario para sacar adelante el Festival, sino el que lo sigan haciendo manteniendo el mismo ánimo y la misma sonrisa en estos días tristes en los que los que gobiernan en España ni tan siquiera ocultan su odio y su desprecio a la cultura.
Como también hay que agradecer al Milenio y a María José Sánchez que hayan apostado por esta historia de culturas diversas, lejanas y cercanas, ayudando a transformar un "evento" de los que ya no tienen justificación en estos tiempos, en un lugar de reflexión abierta y crítica de nuestro pasado y de nuestro futuro. Porque a fin de cuentas, nosotros también somos sur y de eso es de lo que debemos hacer memoria.